Seis meses han pasado desde que se dio a conocer que varios alumnos de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica, fueron sorprendidos realizando una copia masiva mediante WhatsApp, en medio de una interrogación del curso de Electricidad y Magnetismo dictado también para la carrera de Física.

En su momento, el tema cobró fuerza en la opinión pública, debido a que el caso Penta -que involucra a “célebres” ex alumnos de la casa de estudios- se encontraba en su clímax, sacando a la luz grandes irregularidades, delitos y faltas a la ética por parte de los imputados.

Escuela de Ingeniería

Escuela de Ingeniería

El hecho ocurrió un día 4 de mayo, en medio de la segunda interrogación escrita del curso que reúne a los alumnos de física y de ingeniería, y que estaba dirigido por María Cristina Depassier, decana de la Facultad de Física de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Durante la evaluación, la docente se percató de que uno de los estudiantes miraba constantemente su celular, por lo que se lo quitó y, mientras lo tenía en su poder, recibió una notificación con el mensaje “dame la 9″. Cuando lo revisó, se dio cuenta de la existencia de un grupo de WhatsApp llamado “asado familiar”, donde los alumnos intercambiaban las respuestas de la prueba.

En un principio se creyó que se trataba de al menos 50 participantes de esta trampa, pero después la cifra disminuyó a 30 eventuales alumnos, de los cuales 18 reconocieron ante el decano de la facultad, Juan Carlos de la Llera, su participación en este -como lo denomina el reglamento de la PUC- fraude académico.

Juan Carlos de la Llera, decano de la facultad de Ingieniería

Juan Carlos de la Llera, decano de la facultad de Ingieniería

Los nombres de los involucrados no fueron dados a conocer, y sólo un mes después, el rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez, confirmó a través de los medios de comunicación que todos los involucrados fueron calificados con nota 1, tal como estipula el Reglamento del Alumno de Pregrado de la PUC.

“Todo acto contrario a la honestidad académica realizado durante el desarrollo, presentación o entrega de una actividad académica sujeta a evaluación, será sancionado con la suspensión inmediata de la actividad y con la aplicación de la nota mínima. La nota mínima uno (1.0) podrá ser aplicada por el profesor como nota final al ramo que corresponda, cuando la gravedad de la infracción así lo amerite”, señala el documento.

Ignacio Sánchez, rector de la PUC

Ignacio Sánchez, rector de la PUC

De forma paralela, los alumnos fueron sometidos a un sumario iniciado oficialmente el día 7 de mayo, que tras terminar debía dejar en claro si los jóvenes recibían otra amonestación, que podía variar entre la reprobación y, en el peor de los casos, la expulsión.

“Lo mínimo que pueden recibir sería una amonestación, y lo máximo es la expulsión. Ahora la expulsión creo que sería algo exagerado”, señaló hace varios meses el decano De la Llera, en un tono mucho más blando que el rector Sánchez, quien afirmó que “lo más importante es la tolerancia cero de estudiantes, directivos y la universidad para expresar, con fuerza y convicción, que el plagio o la copia académica no se puede tolerar”.

Cabe consignar que el mismo día en que se dio marcha al sumario, se envió un email a todos los alumnos del curso, solicitando que se presentaran voluntariamente o aportaran información al respecto. Dicha misiva tuvo como resultado la confesión de los 18 jóvenes que se mostraron “arrepentidos, devastados y muy preocupados”, según dijo en su momento el decano.

Obviamente el hecho, que no es nuevo en las universidades, tomó un alto tinte mediático impulsado por la relación entre los “Penta Boys” y la casa de estudios, que se preocupa por cuidar su imagen ante la opinión pública.

Es por lo anterior que tanto el Centro de Alumnos como las autoridades universitarias repudiaron el hecho y manifestaron la molestia de todo el alumnado por esta falta a la ética, que según dejaron ver, es impropia de los miembros de la Pontificia Universidad Católica.

Una particular visión sobre sus propios alumnos, ya que a simple vista los pondría por encima del resto de las universidades, como miembros de una familia estudiantil donde la copia es algo totalmente ajeno.

En esta línea podríamos recordar la reacción de la universidad ante el caso Penta, que involucra a Carlos Lavín, Carlos Délano y Hugo Bravo, todos ex alumnos de la Facultad de Economía y Negocios. En su momento, se planteó la idea paternalista de impartir el ramo de ética para que los alumnos tuvieran dentro de su vida académica una formación moral, pero olvidando que estos jóvenes universitarios ya casi son adultos formados, y que básicamente las decisiones de éstos en su futuro laboral son independientes de sus lazos con la casa de estudios.

Ya han pasado seis meses desde que se inició el proceso que habitualmente toma dos o tres, y desde la casa de estudios se han mantenido herméticos, sin abrir la posibilidad de referirse al tema, principalmente con el argumento de que el sumario sigue en curso, pese a que ya nada queda para terminar el año.

Desde los canales oficiales del Centro de Alumnos de Ingeniería tampoco hay respuesta, y tras indagar en el tema sólo quedan abiertas las interrogantes que plantean los mismos alumnos de la carrera. ¿Habrán sido realmente sancionados? ¿Habrán aprendido a no faltar a la ética? Eso, por el momento, sólo lo saben los alumnos involucrados.