¿Quién iría a pensar que tener un affair es lo mejor que le podía pasar a tu relación de pareja?

Al menos esto es válido en el caso de las mujeres, según determinó un estudio realizado por 4 investigadoras en sexualidad y comportamiento humano de las Universidades de Columbia, Indiana y Kentucky-Lexington, en Estados Unidos.

Las doctoras Margo Bennett Mullinaxa, Katie Jo Barnhartb, Kristen Markc y Debby Herbenick, siguieron el historial de 160 mujeres de diferentes edades, todas casadas o al menos involucradas en un compromiso de pareja de larga data.

Sus hallazgos, publicados por el Journal of Sex & Marital Therapy, fueron sorprendentes: de ellas, al menos el 70% admitió haber tenido algún tipo de relación extramarital, sobre todo con algún colega de trabajo. Aún más importante sin embargo, la mayoría de ellas aseguró que su aventura amorosa no sólo no había tenido un impacto negativo en su vida de pareja, sino que incluso la había mejorado.

“Las mujeres tienen diferentes tipos de experiencias y estrategias para lidiar con las infidelidades. La mayor parte de ellas indicó que sus romances no habían tenido impacto en sus relaciones de pareja. Muy por el contrario, algunas dijeron que estas aventuras habían aumentado el deseo por sus parejas”, señalaron las autoras del estudio, según consigna el diario británico The Independent.

Quizá la pieza clave de este acertijo -previsiblemente- es que la mayoría de las mujeres indicó que había mantenido en secreto su desliz, así como el hecho de que el lugar número 1 para tener un amante es entre sus compañeros de trabajo, lo cual no es extraño considerando que otro estudio publicado a comienzos de junio en Psychological Science determinaba que la posibilidad de sentirte atraído por alguien, es proporcional a la cantidad de tiempo que pasas con él o ella.

“El observar comportamientos simples de una persona, desde como se ríe a cómo lee un libro, e incluso como trata a sus mascotas, son las cosas que van produciendo que crezca una atracción en nosotros hacia él o ella”, analizaba sobre el mismo el medio estadounidense MIC.

Tal vez deberíamos pensar que en Chile ya es necesario reducir los horarios de trabajo… (¿o mejor no?)