¿Qué factores determinan la felicidad desde el punto de vista personal, familiar y laboral en nuestra sociedad? La vorágine cotidiana nos lleva a reflexionar respecto a nuestras aspiraciones y frustraciones, nuestras satisfacciones e insatisfacciones, nuestras capacidades y oportunidades, que finalmente se traducirán en nuestra experiencia de vida y en que seamos más o menos felices.

“La felicidad se nos presenta como una condición anhelada socialmente y pareciera ser, por tanto, escasa. Tal como lo planteó Aristóteles hace siglos, la felicidad es la meta que hombres y mujeres buscan a lo largo de su vida. Sin embargo, a pesar del alto nivel de desarrollo tecnológico que nuestras sociedades han alcanzado, parecen no existir descubrimientos ni recetas que nos den pistas para alcanzarla”, señala Karina Gatica, especialista en Calidad de Vida de la Universidad del Pacífico.

La Coordinadora de la Cátedra Calidad de Vida de la casa de estudios, dice que de acuerdo a algunos estudios realizados en América Latina, el bienestar es menor que en países de la OCDE, sin embargo, el diferencial es menor de lo que el modelo podría predecir. “Cuando el modelo completo se aplica, los encuestados latinoamericanos parecen estar más satisfechos con sus vidas que lo que las circunstancias sugieren”, indica.

Algo similar sucede con el estudio del BID “La calidad de vida más allá de los hechos”, que da cuenta de que los latinoamericanos están satisfechos con sus vidas. “Los habitantes de algunos países más pobres son los más optimistas, en tanto los de algunos países más desarrollados son los más pesimistas”, precisa.

En este estudio, en una escala de 0 a 10, los latinoamericanos califican en promedio con un 5,8 la calidad de sus propias vidas, aproximadamente en el punto medio de todas las regiones. Las personas que pertenecen a grupos socioeconómicos más altos tienen mejores percepciones de sus condiciones de vida personales en todos sus aspectos, sin embargo, las diferencias en las percepciones con los grupos socioeconómicos más bajos son muy reducidas: el quintil más alto evalúa con un 6,5 su nivel de satisfacción con la vida y el quintil más bajo con un 5,0. Esta diferencia es bastante baja, si se considera que en los países de América Latina el quintil de ingresos más altos de cada país percibe, en promedio, cerca del 57% del ingreso total, mientras que el quintil más pobre percibe cerca del 4%.

De igual forma, el 79% de los individuos del quintil de ingreso más alto en sus países se declara satisfecho con su calidad de vida material, frente al 57% de aquellos del quintil más bajo. “Esto implica que los grupos de ingresos más bajos tienen un sesgo optimista más pronunciado que los grupos de ingresos más altos”, dice Gatica y agrega que “se genera una ‘paradoja del crecimiento infeliz’, ya que se observa que el crecimiento económico, en vez de elevar, reduce la satisfacción de los diversos aspectos de la vida de las personas, especialmente en países que han alcanzado un cierto estándar de ingresos y de consumo”.

En el caso chileno, el estudio del PNUD (2013), plantea que los chilenos se encuentran satisfechos con su vida, donde el promedio nacional, en una escala de 1 a 10, es de 7,3 puntos. De acuerdo al estudio, la satisfacción con la vida aumenta con el nivel socioeconómico, sin embargo, al igual que el estudio del BID, las brechas de insatisfacción esperadas en los grupos más pobres serían mucho menores. “Lo anterior podría interpretarse como una respuesta adaptativa a la imperiosa necesidad de cumplir con un anhelo social declarado: “ser feliz”, puntualiza la docente de la U. del Pacífico.

Dimensiones de la Felicidad

Pero, ¿cómo medir un término tan esquivo como la felicidad? La docente Karina Gatica explica que un buen intento ha sido el Índice de Satisfacción con la Vida, creado por el analista de la Universidad de Leicester, Adrian G. White, el cual incorpora factores como la salud relativa de las personas, su riqueza y el acceso a la educación. Además se realiza una encuesta donde se pregunta a las personas elegidas hasta qué punto se sienten felices, una novedad algo arbitraria, ya que dependerá de lo dispuestos que estén los encuestados a expresar sentimientos y dar cuenta de su subjetivad.

De acuerdo al Informe de Desarrollo Humano 2013, las capacidades más relevantes para el logro del bienestar subjetivo son: gozar de una buena salud, tener cubiertas las necesidades físicas y materiales básicas, conocerse a sí mismo y tener vida interior, sentirse seguros y libre de amenazas, participar e influir en la sociedad, experimentar placer y emociones, tener vínculos significativos con los demás, ser reconocido y respetado en dignidad y derechos, conocer y comprender el mundo en que se vive, disfrutar y sentirse parte de la naturaleza, tener y desarrollar un proyecto de vida propio.

“Los estudios evidencian que para alcanzar la felicidad es importante el ámbito personal, el entorno social y las circunstancias que parecen determinar los niveles de bienestar subjetivo, dando cuenta que existen dos espacios privilegiados para el disfrute, según los resultados del estudio realizado por Csikszentmihaly y dados a conocer en su libro Flow, estos son el trabajo y las relaciones sociales”, concluye la docente de la U. del Pacífico.

¿Se puede aprender a ser feliz?

La ciencia y en especial la psicología positiva, la cual estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad así como de las fortalezas y virtudes humanas, comenzó a estudiar de manera científica y empírica las diferencias entre las personas felices y las personas infelices, y a analizar las características asociadas a una mayor felicidad para intentar identificar los factores de los cuales depende nuestra felicidad y cómo podemos aprender a ser felices.

Según la destacada psicóloga norteamericana Sonja Lyubormirsky, tras sus investigaciones con gemelos univitelinos en el año 2007, señala tres grandes áreas de la realidad humana que predicen la felicidad: 50% estaría determinado por nuestra condiciones genéticas, un 10% por nuestras circunstancias y un 40% por nuestras acciones deliberadas, esto quiere decir, que la felicidad depende en gran medida de nosotros mismos, por lo tanto, de nuestras propias acciones.

¿Pero qué acciones podemos realizar para ser felices? Carolina Cárdenas académica de la Universidad Santo Tomás y miembro del Instituto del Bienestar, plantea que ser feliz es una determinación. “Si tú miras estudios en esta materia existen modelos sustentados en pilares los que, de ser aplicados, se traducen claramente en bienestar y calidad de vida”.

En concreto, se trata de los 5 pilares del modelo desarrollado por el psicólogo estadounidense, Martin Seligman.

1. Emociones Positivas: La invitación es potenciar las vivencias que nos conectan con estados afectivos positivos, como la gratitud (centrarnos en lo que tenemos y no solo en lo que nos hace falta), saborear las alegrías de la vida(saborear las experiencias comunes, disfrutar y rememorar con familiares y amigos, festejar las buenas noticias o permanecer abierto a la belleza), centrarnos en una mirada esperanzadora de las circunstancias (aun cuando estas puedan ser difíciles y dolorosas), como también, cultivar el buen humor y la amabilidad.

2. Involucramiento: Nos invita a potenciar aquellas actividades que se relacionan íntimamente con nuestra esencia y fortalezas (hacer aquello que amamos, nos inspira y fluimos), también refiere a la capacidad de involucrarse de manera positiva en los actos del día a día (aunque nos parezcan poco placenteros poner el corazón y la alegría).

3. Relaciones: Dedicar tiempo, comunicarse, manifestar apoyo y lealtad, abrazarse, son algunas de las actividades que han demostrado eficacia para incrementar los niveles de felicidad. Este pilar nos invita a cultivar vínculos variados y de calidad. El tener y mantener relaciones positivas y constructivas es un requerimiento universal para el Bienestar Humano.

Nuestra necesidad de sentirnos conectados es fundamental a un nivel íntimo, familiar, social, organizacional y comunitario.

Muchas de nuestras vivencias de felicidad se dan en momentos y actividades en las que compartimos con otros, tan solo es necesario recordar experiencias en que nos hemos sentido felices y probablemente muchas de ellas se relacionan con situaciones de cercanía e intimidad con otros.

4. Sentido: Creer que el sentido de nuestra existencia pertenece, sirve o es de utilidad para algo más grande que nosotros mismos. Este pilar apunta a utilizar nuestras fortalezas, virtudes y habilidades al servicio, a contribuir a causas de bienestar común, a visualizar nuestro trabajo en su aporte a la sociedad.

5. Logro: Este pilar nos invita a alcanzar nuestros objetivos. Se relaciona con aprender a fijarnos metas realistas y ser autodisciplinados con nuestros propósitos. La clave es establecer un equilibrio entre nuestras habilidades y fortalezas y los desafíos que se elige afrontar.