Parroquia de Lota Alto | Carolina Fernández

Parroquia de Lota Alto | Carolina Fernández

Así como ya nos había escrito para contarnos sobre la precaria situación en que se encontraba la gente de Lota, la periodista Carolina Fernández nos hace llegar esta vez un fotorreportaje con la lamentable escena de una de las postales de la comuna: la Parroquia de Lota Alto.

A estas alturas se considera extrañamente normal caminar por las calles de Lota y seguir encontrando carpas en plazas emblemáticas de la ciudad o casas totalmente destrozadas. Mal que mal, son 2000 familias afectadas por el terremoto del 27 de febrero las que siguen clamando una solución habitacional.

No obstante, existe un ícono de la comuna que silenciosamente sufrió graves daños por el embate de la naturaleza sin que muchos no lo hayan notado. Se trata de la Parroquia San Matías Apóstol, la misma que hace 86 años Matías Cousiño mandó a construir para la ciudad y en la que también descansan sus restos.

Y es que ni siquiera el principal fundador de las minas de carbón se salvó de este movimiento telúrico. Su tumba fue mudo testigo de los daños que sufrió este templo, impidiendo que sea abierto al público por peligro de derrumbe, sobre todo de su fachada que prácticamente se zafó de la estructura principal.

Parroquia de Lota Alto | Carolina Fernández

Parroquia de Lota Alto | Carolina Fernández

A ello se le suma el desprendimiento de concreto del sector izquierdo del techo, el cual iba a ser restaurado debido a que las lluvias provocaban que se mojara internamente. De hecho se estaba realizando una campaña con la comunidad para reunir los fondos.

Además, parte del vitroux que caracteriza a esta Iglesia está completamente destrozado, al igual que el Sagrado Corazón y la Virgen María, que estaban dispuestos a los costados de la Iglesia y sobre bases de mármol.

“El movimiento me asustó mucho porque nunca había vivido un terremoto. Lo primero que pensé fue en llamar a mi familia que está en Italia, corrí a la calle y vi el templo. Allí me dije ‘esto se va a caer’. Cuando terminó de temblar, fuimos a ver la parroquia y con todos los daños que tiene pensé que habría que demolerla”, explica Marco Santarelli, seminarista de nacionalidad italiana que lleva un año y medio en la comuna y aloja en la parroquia junto al padre Jorge Araya, encargado del templo.

De acuerdo a los arquitectos e ingenieros que estudiaron los daños, afortunadamente no sería necesario demoler uno de los principales atractivos turísticos de la comuna, pero sí el ser reparado tomará un par de años.

“Gracias a Dios no hay que demoler la parroquia, pero sí se necesita mucho dinero para restaurarla. Los ingenieros nos dijeron que la mayoría de las grietas son superficiales, no estructurales, pero el mayor problema que tiene es el frente porque la pared está suelta y si viene otro temblor fuerte ésta se puede caer. Pero con harto tiempo y trabajo se puede arreglar, hay que trabajar 1 ó 2 años para que quede segura”, explica el Seminarista.

No obstante los daños son incalculables y hasta ahora tanto Marco como el padre Jorge se aferran a la idea de pedir ayuda al extranjero para restaurar la Iglesia o a empresarios que quieran aportar.

Si bien es cierto que el Arzobispado, el Obispo Auxiliar, la propia Intendenta de la Región y alcaldes de otras comunas los han visitado para ver los daños, esto no es suficiente para que la parroquia vuelva a ser la misma de antes.

“Como estamos hablando de muchos millones de pesos, uno de los ingenieros que era de Alemania nos aconsejó que a través del Arzobispado gestionáramos ayuda con la Unión Europea o las Naciones Unidas, porque pedirle dinero a la gente sería injusto ya que no somos los únicos que estamos mal”, dice Marco.

“Además en las condiciones que está la población creo que no lograríamos reunir todo lo que necesitamos para mejorar el templo”, concluye el seminarista italiano.

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