Agosto es considerado el mes de los gatos y por lo mismo, queremos derribar algunos clásicos mitos que rodean la vida de los mininos, y que muchas veces poco tienen de verdad.

Pon atención.

Mito 1: La leche es un buen alimento para ellos

Si bien es cierto que todos los mamíferos en su primera etapa de vida dependen de los lácteos como base de su alimentación, lo que favorece su crecimiento es la leche materna de su especie. Antiguamente los gatos preferían la de vaca por la crema que se formaba sobre ella, debido a que era una buena fuente de grasas. Sin embargo, la leche que se consigue actualmente en el comercio está muy procesada, por lo que ha perdido la grasa que tanto servía para su organismo.

Un gato bien alimentado no necesita de leche para obtener los nutrientes necesarios para su desarrollo. Los componentes, como lactosa o azúcar presentes en este alimento, son difíciles de procesar para un gato que ha sido destetado, ya que no poseen la enzima necesaria para ello.

“Para gatitos que no han sido amamantados por su madre, existen en el mercado sustitutos lácteos hechos a su medida, que entregan los nutrientes necesarios sin afectar a su organismo”, indica Viviana Estadella, Médico Veterinaria de Royal Canin.

Mito 2: El pelaje del gato puede provocar enfermedades respiratorias

Se cree que el pelaje de los gatos de pelo largo, puede provocar distintas enfermedades respiratorias en niños y adultos. Sin embargo, lo que puede causar son alergias, las que el ser humano de por sí ya está predispuesto a sufrir. Es debido a esto la antigua creencia de que el pelo de gato puede provocar asma o cualquier enfermedad respiratoria es falsa.

Al introducirse un pelo de gato, o de cualquier animal, por nuestras fosas nasales se provoca un estornudo como acto reflejo de nuestro cuerpo para deshacerse del agente externo. Es por ello que se generó la creencia de que el pelaje provoca enfermedades.

En ocasiones la exposición prolongada a los gatos logra que esa reacción alérgica se cure por medio de un proceso de adaptación del organismo de la persona.

Mito 3: No hay que bañar a los gatos

Aunque en general los felinos no son muy asiduos al agua, no existe una razón para no bañarlos.

“Si bien su higiene depende en su mayoría de los lavados que ellos mismos se practican, un gato doméstico puede ser bañado un máximo de dos veces al mes, cumpliendo ciertas condiciones para que no se enfermen, como realizar el baño en un lugar sin corrientes de aire, con agua tibia y luego secarlos correctamente”, aclara Viviana Estadella.

Se debe considerar que a los gatos les toma aproximadamente una semana recuperar la grasa natural de su pelo, que luego convierten en vitamina D. Es por ello que se deben limitar tanto los baños tradicionales como baños en seco con productos especialmente diseñados para ello.

Mito 4: Los gatos pierden el equilibrio si cortan sus bigotes

Los bigotes son una parte muy importante del cuerpo de un gato. Cada felino suele tener entre ocho y doce bigotes a cada lado de su nariz, además de unos muy similares sobre sus ojos, en la barbilla e incluso en la parte posterior de las patas. Estos tipos de pelos son muy rígidos, actúan como receptores y sirven al gato para explorar incluso en la oscuridad.

“Como los gatos tienden a tener problemas para ver objetos cercanos, los bigotes les ayudan a crear la imagen completa que no pueden percibir sólo con los ojos. También les permiten percibir si entrarán o no en un espacio reducido, ya que la longitud de los bigotes tiende a coincidir con la anchura aproximada de su cuerpo”, indica la Médico Veterinaria de Royal Canin.

Es por ello que al ser cortado se limita la percepción del gato frente a diversos factores, mas no su equilibrio.