Dicen que una imagen vale más que mil palabras y, si hay casos que permiten probarlo, este es uno de los más claros.

Durante este viernes y sábado, las redes sociales comenzaron a replicar una imagen tan simple como conmovedora: un niño iraquí de 7 u 8 años había dibujado con tizas en el piso de su habitación, en un orfanato, a su madre fallecida. Todo para poder volver a dormir en sus brazos.

Sin más datos que los evidentes, usuarios de todos los idiomas se rindieron ante la desolación de la escena, junto a mensajes que iban desde la conmoción que les provocaba hasta su firme rechazo a las políticas estadounidenses en Medio Oriente.

Pero, ¿cuál es la verdadera historia tras esta poderosa imagen?

Uno de los primeros en difundir la fotografía fue Mohammed Ansar, un comentarista político y activista radicado en Inglaterra, quien ya en febrero de 2012 había usado Twitter para compartirla, bajo el comentario de “la cosa más triste jamás podrás ver”.

Como una bola de nieve que lentamente va cobrando fuerza y velocidad, la fotografía nunca dejó de replicarse hasta que a mediados de marzo de este año, alcanzó una masa crítica de usuarios que la llevaron incluso a convertirse en trending topic (tema popular) mundial.

Sin embargo, ya se reciba con alivio o desilusión, sucede que la foto no es real: se trata de un aviso publicitario de una ONG iraquí emitido en la cadena Middle East Broadcasting Center (MBC), y cargado a YouTube en noviembre de 2011, donde se narra cómo los horrores de la guerra no sólo afectan a los combatientes sino también a familias inocentes.

La madre de este niño fue asesinada y ha hecho este dibujo para demostrarte cuánto necesita de sus cuidados. Pero mira lo que hace ahora: se ha recostado junto a su rostro. Si tu madre estuviera aquí, ¿ya le has dado lo que merece ella por sus cuidados?“, describe la voz sobre el anuncio, desconociéndose si se trata del audio original o de una narración sobrepuesta.

http://youtu.be/gImN043tQOs

La verdadera crudeza de la guerra en Irak

Pero lejos de ser un fraude, la imagen sólo suaviza una realidad que es mucho peor. Según un informe de la ONU, el país tiene más de 4.5 millones de niños huérfanos, 70% de ellos como producto de la invasión estadounidense de 2003 y los posteriores ataques de grupos terroristas. Peor aún, cerca de 500.000 de ellos viven en las calles, sin garantías de tener techo o comida para vivir.

Y si bien las estadísticas enfrían la realidad del drama en Medio Oriente, basta buscar una historia para graficarlo. En 2003 un niño de sólo 12 años llamado Ali Abbas se convirtió en el dramático símbolo de la violencia en Irak, luego de que un bombardeo estadounidense destruyera su casa, matando a su padre, su madre, sus hermanos y otros 13 miembros de su familia.

Para Ali las consecuencias fueron aún más sobrecogedoras: su cuerpo quedó con graves quemaduras, que lo llevaron a perder ambos brazos.

“Recuerdo que estábamos durmiendo. Era cerca de medianoche y escuché un fuerte ruido. La casa cayó sobre nosotros. Todo estaba envuelto en llamas y escuchaba a mi familia gritar. Luego uno de mis vecinos me sacó, me puso en un auto y me llevó al hospital”, narró el joven, ahora de 21 años, a la BBC.

Los desesperados esfuerzos para salvar la vida del menor lo llevaron en un viaje de urgencia a Kuwait y posteriormente a Reino Unido.

“Estuve en un hospital pequeño por 20 minutos hasta que los médicos dijeron ‘no podemos tenerlo aquí, debe ir a un hospital mayor’. Sabía que había perdido mis brazos, pero no supe hasta mucho después que también había perdido a mi familia”, agregó.

“En el hospital comencé a preguntar dónde estaban mi madre y mi padre. Sabía que algo les había ocurrido. Finalmente le pregunté a mi tía si mi familia había muerto. Cuando no pudo responderme, supe que había sido así”.

Actualmente Ali Abbas logró rehacer su vida en Reino Unido, gracias a una extensa terapia y prótesis ortopédicas para sus brazos. Además, se casó con una amiga de su infancia y tiene planes de crear una organización caritativa para ir en apoyo de los niños que lo han perdido todo en su país natal.