La violencia contra la mujer es uno de los fenómenos sociales más controversiales de los últimos años. De un tiempo a esta parte la palabra ‘femicidio’ se ha grabado en el inconsciente colectivo de la sociedad. Las autoridades buscan erradicar esta práctica, pero ¿qué sabemos en realidad sobre este delito?

Tanto la violencia contra las mujeres y las niñas como sus manifestaciones en formas tan graves como la agresión, abuso, violación y asesinatos conformaban parte de la cultura de una sociedad moderna que ya estaba familiarizada con los episodios de sumisión del género.

Según un informe de la Organización de Naciones Unidas, recién en la mitad del siglo XX comenzaron a formarse agrupaciones, sobre todo feministas, que sindican esta violencia como un ejemplo de asimetría en la relación de poder entre hombres y mujeres. De esta manera buscaban la valoración del género femenino y no la subordinación, que era costumbre.

En Chile el panorama no varía mucho, pues la cifra de femicidios se ha disparado en los últimos 10 años. Cada vez son más las organizaciones que repudian este delito, recalcando que la violencia contra la mujer es una violación a los Derechos Humanos y atenta contra su dignidad y seguridad.

De acuerdo a los datos entregados por el Servicio Nacional de la Mujer, Sernam, el 35,7% de las mujeres reconoce haber sufrido violencia durante alguna etapa de su vida. No obstante, hasta aquí es posible preguntarse, ¿de dónde comienza tanta cobertura en los medios?

Según el informe de la ONU del año 2004 sobre violencia de género en Chile, la denuncia de femicidio es reciente y se podría decir que data del 2002, cuando se registró la alarmante cifra de nueve asesinatos de mujeres en manos de sus parejas.

Sin embargo, los asesinatos de 14 mujeres en Alto Hospicio, Iquique, entre los años 1999 y 2000, marcó un hito en esta materia. Al respecto, llamó particularmente la atención las respuestas entregadas por las autoridades de la época, quienes apuntaban a culpar a las propias víctimas atribuyendo sus desapariciones a posibles viajes al extranjero para ejercer la prostitución, junto con poner en tela de juicio la veracidad de sus muertes.

El Sernam ha realizado intensas campañas con el objetivo de disminuir los números. En 2000 se implementaron los Centros de Atención Integral y Prevención en Violencia Intrafamiliar, programas creados con el fin de otorgar atención especializada a quienes sufrían episodios de violencia intrafamiliar a través de un equipo interdisciplinario.

Conservando el objetivo principal, en 2005 pasaron a denominarse Centros de la Mujer. Actualmente son 94 centros distribuidos en las 15 regiones.

El difícil camino hacia la recuperación

Lorena Bustos es la Coordinadora General de este Centro en Concepción, programa que funciona desde 2009 y hasta la fecha son más de 300 las mujeres que ingresan cada año.

El Centro de la Mujer está dividido en dos tipos de trabajo: uno que tiene que ver con las atenciones de cada caso como las individuales y por otro, las grupales. Esta labor la ejecuta un equipo multidisciplinario compuesto por un asistente social, psicólogo, abogado y tres monitores que como apoyo.

El primer paso es recibir a la mujer que llega, acogiéndola y otorgándole la seguridad que busca. Allí es cuando se le aplica una ficha de ingreso donde aparecen diversas preguntas. Teniendo esta pauta el equipo evalúa el caso para ver si cumple con los requisitos para ser atendida, pues a veces se presentan víctimas de violencia pero no dentro del contexto de pareja, por lo que deben derivarlos a otros servicios.

Una vez adentro, son diversos los talleres donde las usuarias participan y reciben las distintas herramientas para que ellas mismas puedan salir del círculo de la violencia.

No obstante, Bustos indicó que según estudios, una mujer maltratada se demora 7 años en reconocer que está sufriendo violencia por parte de su pareja.

Pero, ¿cómo reconocemos a una víctima de VIF?

Antes de responder esta interrogante, Bustos señala que es muy importante dejar claro que el problema es transversal, es decir, así como afecta a los sectores más vulnerables, al Centro han llegado a atenderse mujeres de un elevado nivel socioeconómico, profesionales, y hasta universitarias. De todas las edades, colores políticos, religión, etcétera.

Por ello también es posible destacar que existe un común denominador en quienes alguna vez fueron agredidas: la baja autoestima, se sienten desvalorizadas, solas e incomprendidas. La coordinadora del Centro en Concepción señaló que debido a eso, buscan empoderarlas.

Es un largo camino, sin duda, ya que si bien no es imposible salir adelante, cuando la denuncia no es inmediata, el trabajo de la justicia también y las penas son menores.

Producto de aquello, Lorena Bustos realizó un llamado no sólo a las mujeres a denunciar, sino a todo aquel que sea testigo de violencia intrafamiliar, al Fono Ayuda Violencia 800-104-008.