Los cuatro uniformados colombianos que tras más de 12 años de secuestro por las FARC fueron asesinados el sábado, murieron por disparos de armas de fuego que ingresaron por la espalda y tres de ellos recibieron impactos en la cabeza, dijo un informe forense este martes.

El reporte fue entregado por el director del estatal Instituto de Medicina Legal, Carlos Valdés, luego de que ese organismo realizara las necropsias a tres miembros de la policía y uno del ejército, muertos por guerrilleros de las FARC el sábado en el departamento (provincia) de Caquetá (sur), según el ministerio de Defensa.

“En todos los casos la causa de las muertes obedecieron a lesiones causadas por proyectiles de armas de fuego de alta velocidad” y “en todos los casos los orificios de entrada fueron posteriores y sus trayectorias de atrás hacia adelante”, señala el informe.

Asimismo, indica que “en tres de las víctimas se presentaron impactos de arma de fuego en cráneo, adicional a lesiones en tórax”, y agrega que se pudo comprobar que esos impactos se produjeron “a una distancia menor a 1,50 metros”.

Tras señalar que en todos los casos los tiempos de muerte son coincidentes, el director de Medicina Legal descartó que las heridas fueran causadas por un fuego cruzado.

Según el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, tropas que buscaban en zona selvática de Caquetá a una facción de las FARC, entraron sorpresivamente en combate con rebeldes de esa organización, el sábado.

Tras los enfrentamientos, los militares encontraron los cuerpos sin vida del coronel Édgar Yesid Duarte, el mayor Elkin Hernández, el intendente Álvaro Moreno, los tres de la Policía, y del sargento del Ejército José Libio Martínez, el más antiguo rehén de la guerrilla, secuestrado el 21 de diciembre de 1997.

Un quinto rehén, el sargento Luis Erazo, logró huir y ahora se encuentra convaleciente en Bogotá.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), con 47 años de lucha armada, mantienen secuestrados todavía a por lo menos 13 policías y militares, que plantean canjear por unos 500 de sus guerrilleros presos en Colombia y Estados Unidos, y un numero indeterminado de civiles.