Mientras en Plaza Ñuñoa más de un centenar de ciudadanos protestaba con cacerolazos hasta que intervino un piquete de Carabineros con un carro lanzaaguas y bombas lacrimógenas para dispersarlos, a un par de cuadras, en el aula magna del Liceo Experimental Manuel de Salas, la agrupación nacional de jazz rock, Fulano, realizaba un concierto con fuertes críticas a la gestión del Gobierno para resolver el conflicto de la educación.

La coincidencia entre ambos hechos no era menor. Muchas de las letras y títulos de las canciones de esta banda nacida en 1984, muestran con ironía su posición en contra de la dictadura militar de Augusto Pinochet, época en que también se registraron dichas manifestaciones. “La frase ‘La farsa continúa’ está plenamente vigente”, dijo el poeta Jordi Lloret cuando introdujo al sexteteto, aludiendo al nombre del DVD que anoche lanzaban, el cual registró los conciertos donde celebraron su cuarto de siglo hace dos años en el Teatro Oriente.

Con un discurso que aún permanece contingente en su lírica, la agrupación se presentó en las dependencias del recinto educacional -que está en paro- colmado de un público adulto y joven, demostrando que también su música irreverente y vanguardista dejó un importante legado para los seguidores de su generación y las posteriores, especialmente desde que retornó a los escenarios en 2009 tras un receso de seis años por la muerte de su tecladista y fundador, Jaime Vivanco.

De principio a fin, la banda dejó en claro su tan alabada solidez y sincronización musical en vivo. Cristián Crisosto (saxos, flautas y clarinete bajo) y Jaime “Chino” Vásquez (saxos y flautas) se intercalaron y también congeniaron con gran virtuosismo. Jorge Campos supo mantener su jerarquía y experiencia en el bajo con su orden y plausibles solos. Raúl Aliaga marcó las pausas y el tiempo correspondientes en la batería. El joven tecladista Felipe Muñoz demostró con creces que tener la mitad de la edad de los demás integrantes es un plus para refrescar los temas, como la improvisación que hizo en “Buscando peyote” (En el bunker, 1989). Y Arlette Jequier nuevamente demostró una inquebrantable calidad vocal, con su reconocido scat y un idioma propio que resultaba universal para los asistentes, con varios de ellos siguiéndole el paso.

Dentro de las primeras canciones destacaron “Basura” y “Convicciones (de tres minutos)”, ambas de la placa El infierno de los payasos (1993), y la armonizada “Godzilla” (Trabajos inútiles, 1997). También se interpretó un tema instrumental de autoría de Vivanco, “Todas las ratas de todos los ríos del mundo”, donde Crisosto protagonizó un plácido solo de clarinete bajo, acompañado por el teclado y la batería.

Asimismo, hubo espacio para nuevas composiciones, como la que abrió el show, “Chuchachacha”, y “Conservadores por el cambio”, que contiene una crítica y ácida letra en contra de ese sector político.

La segunda mitad del concierto se tradujo en canciones de dos álbumes: el debutante Fulano (1987), y el más exitoso, En el bunker (1989). De la primera placa, interpretaron las ya clásicas “Fulano” y “Suite Recoleta”; mientras que de la segunda, destacaron “Sentimental blues”, “El dar del cuerpo”, “La historia no me convence, sólo me atraganta” y “Adolfo, Benito, Agusto y Toribio”, tema emblemático de los ’80 que el público siguió fervorosamente de pie, cantando y algunos hasta bailando. Así se finalizaron 110 minutos de un concierto superlativo.