Que el ejercicio es saludable y necesario, lo sabemos. Pero, en la actualidad somos bombardeadas de manera habitual en redes sociales por coaches y vídeos que incentivan la práctica de hábitos saludables, popularizando alimentos, dietas y determinados entrenamientos que se han convertido en tendencia mundial.

Así, disciplinas que exigen gran resistencia y que son de alto impacto como el running, crossfit, bodyjump y entrenamiento funcional, entre otras, se han convertido en los grandes favoritos de muchas mujeres, que persiguen sentirse cómodas en su propia piel.

Por lo general, al hacer deporte nos preocupamos de cuidar nuestra musculatura y de ejercitar con la reserva de no lesionarnos. Sin embargo, hay un aspecto que podríamos estar descuidando: la salud del suelo pélvico, que tiene suma relevancia en la funcionalidad de nuestro cuerpo.

Hoy, contrario a lo que se podría creer, las lesiones de este tipo, están siendo frecuentes no sólo en mujeres de edad avanzada o por causa obstétrica, sino que también están afectando a las que son jóvenes y sanas, y que ven mermada su calidad de vida, irónicamente, debido al deporte.

El piso o suelo pélvico es una estructura de músculos y tejido conectivo que entrega soporte y estructuras de suspensión a los órganos pélvicos y abdominales. Tiene tres funciones: La primera es soportar los órganos que se encuentran dentro de la pelvis, ya que si no hay un soporte adecuado, se corre el riesgo de sufrir la caída o prolapso de los órganos.

La segunda, es la función esfinteriana, porque si los músculos están débiles o distendidos, habrá propensión a la pérdida de orina, defecación, y a la pérdida de gases.

Y finalmente, tiene una función sexual, ya que los músculos pasan alrededor de la vagina y se conectan con el clítoris. Si los músculos están alterados, existe riesgo de sufrir algún tipo de disfunción sexual, ya sea relacionada con la falta de excitación, afectando el orgasmo, o con trastornos por dolor, como dispareunia y vaginismo.

Sumado a lo anterior, el piso pélvico es además el amortiguador del cuerpo, porque absorbe todos los movimientos que se generan al desplazarnos.

La prevención como clave

Para evitar un problema, siempre es necesario prevenir. Y en este caso no es diferente. En conversación con BioBioChile, Odette Freundlich -kinesióloga especialista en sexualidad y disfunciones del suelo pelviano, y directora del Centro Mi Intimidad– señaló que es necesario tener un suelo pélvico con tono adecuado.

Para ello se debe realizar una evaluación individualizada, mediante un examen completo, que hoy se puede realizar con una máquina llamada biofeedback, que monitorea la musculatura, captando toda la actividad eléctrica de los músculos, y que traspasa la información computacionalmente.

Los ejercicios de kegel, las bolas chinas o la pesa vaginal no serán beneficiosos si no hay previamente un diagnostico mediante el cual se conozca el estado real del suelo pélvico, que permita indicar un tratamiento adecuado.

Actuar en el desconocimiento podría empeorar la condición, porque quizás no necesitas contraer los músculos, sino relajarlos, indica Freundlich.

Otro consejo es conocer nuestro cuerpo. En este caso, identificar la zona y aprender a reconocer y ubicar la musculatura, e integrar esta musculatura a nuestra vida diaria, trabajándola durante el día. De este modo, estaremos protegiéndola del debilitamiento progresivo.

De existir algún tipo de trastorno, la solución sería la fisioterapia, previa examinación y diagnóstico por parte de un médico especialista. Por lo general, los tratamientos apuntan a reeducar al paciente sobre su zona pelviana, para así mejorar posturas, circulación sanguínea, aumentar el tono, ajustar desequilibrios, aumentar elasticidad de tejidos y desensibilizar áreas dolorosas, entre otros.

Los síntomas

Entre los principales síntomas se encuentra la dificultad de controlar esfínter: que va desde la incontinencia urinaria a problemas con la defecación y pérdida de gases.

Además se encuentran la micción dolorosa, dificultad para vaciar la vejiga, dolor durante la estimulación sexual, dolor lumbar, dolor rectal y/o genital y dolor pélvico caracterizado por una sensación de malestar que ocurre en la zona de la cadera, por debajo del ombligo.

Odette Freundlich realizó un llamado a no normalizar los síntomas, como la pérdida de orina, que es uno de los más repetitivos.

Ejercitarnos con responsabilidad

Otro aspecto importante es la responsabilidad a la hora de ejercitarnos. Y esto no pasa sólo por un tema de sobreexigencia, sino también de desinformación.

Así, ejercicios que quizás nos parecen sumamente habituales e inofensivos, y que están insertos en distintas disciplinas, como por ejemplo los abdominales, saltos, y cargas repetitivas, podrían estar dañando nuestro piso pélvico por años.

De igual manera, la forma en la que contraemos los músculos a la hora de levantar pesas, y en todos los ejercicios de alto impacto que tienen conexión con el core y la zona pelviana.

De este modo, son claves en la actividad deportiva que se practique, la frecuencia y la intensidad del entrenamiento. Porque en general, todos aquellos deportes que provoquen un aumento importante de la presión intraabdominal, suponen un factor de riesgo.

En esta línea están los ejercicios de trabajo hiperpresivo, donde se aumenta la presión en la cavidad abdominal y pélvica teniendo repercusión directa sobre el suelo pélvico.

En relación a lo anterior, destacan entre las disciplinas deportivas más hiperpresivas, los abdominales clásicos, atletismo (running), ejercicios aeróbicos, el crossfit que combina saltos, flexiones, abdominales y levantamiento de pesas; salto en cama elástica, pádel, tenis y esquí, “porque provocan una presión en la zona perineal que podría derivar a largo plazo en pérdidas de orina o prolapsos”, consigna el medio español La Vanguardia.

Lo opuesto es el trabajo hipopresivo, donde se reduce dicha presión, y es precisamente la capacidad de reducir la presión lo que hace que sea ideal para fortalecer los músculos pelvianos.

A continuación te compartimos un video explicativo sobre prácticas y ejercicios que fortalecen y protegen el suelo pélvico.