No hay celebración de Fiestas Patrias en la que no se escuche la cueca del “Guatón Loyola” y su increíble anécdota de golpes y picardía, tan típica del chileno.

La cueca está basada en una historia real que tuvo como protagonista a Eduardo Loyola Pérez, conocido a lo largo y ancho de nuestro país como el “Guatón Loyola”.

Pero pese a que abundan versiones respecto a que era un joven futbolista o un vendedor viajero, la verdad es que era un reputado martillero en las ferias ganaderas del sur. Además, vivía en Las Condes en la época cuando aún existían chacras en el sector oriente de la capital.

Lo más sorprendente de todo, es que si bien la gresca ocurrió en 1954, ésta no sucedió en el rodeo de Los Andes como lo dice el popular estribillo, si no por el contrario sucedió más al sur, en la región del Maule, en la comuna de Parral.

No detallaremos esas historias falsas para honrar la memoria de Loyola, a estas alturas una especie de representante icónico del huaso chileno encacha’o.

Según una investigación realizada por el periodista Francisco Mouat, que plasmó en su libro “Chilenos de raza”, la historia fue relatada por el propio protagonista en una entrevista publicada en el diario El Llanquihue de Puerto Montt, en la década de los 60.

Resulta que Mouat logró dar con la viuda de Eduardo Loyola, María Luisa Trivelli, quien junto a su hija Bernardita conservan el recorte del diario.

De acuerdo al testimonio del propio Loyola al matutino, todo sucedió en el fundo de Santiago Urrutia Benavente, conocido como “don Chanca”, hasta donde llegó junto a su amigo Mario Cassanello. Aunque, no era el único conocido suyo que estaba ahí, porque entre los convidados estaba Alejandro Gálvez, apodado “el Flaco” Gálvez, quien a la larga terminaría cumpliendo un rol principal en la historia de la pelea.

Todo comenzó cuando llegaron tres tipos hasta el casino del rodeo un poco pasados de copas, y comenzaron a molestar a las meseras. Luego se volvieron a topar en el bar, donde los palabrazos comenzaron a caldear los ánimos a tal punto, que carabineros debió intervenir.

“Los carabineros apaciguaron el asunto o trataron de hacerlo, pero como insistimos el oficial preguntó: “¿Quieren pelear?”, y como le dijimos que sí, entonces él puso las reglas, “nadie se mete, peleen”, dijo, y peleamos”, cuenta Loyola.

Y tal como lo dice la canción, el intrépido “Guatón” terminó bajo las mesas, en una riña que terminó inesperadamente cuando uno de sus amigos echó la mano atrás para tomar un manojo de llaves que pensaba utilizar como manopla, provocando la huida de su verdugo, que pensó que iba a sacar un arma de fuego.

No habría pasado de ser una anécdota de borrachos, de no ser por el “Flaco Gálvez”, que esa misma noche compuso la cueca y urdió una especie de “emboscada musical” a su amigo.

Al día siguiente, Loyola volvió al rodeo en donde le pidieron que bailara con una de las candidatas a reina del rodeo, sin sospechar lo que se tramaba hasta que en los primeros versos de la cueca cayó en cuenta que estaban relatando su “hazaña”.

“El año 56 la grabaron Los Perlas y le cambiaron Parral por Los Andes. Dijeron que sonaba mejor. Pero el asunto fue en Parral”, aclaró el propio Loyola.

Finalmente, en agosto de 1978, a los 54 años, Eduardo Loyola Pérez falleció producto de complicaciones digestivas. Pese a su muerte, cada Fiestas Patrias su figura renace como el mismo habría querido, en medio del jolgorio y la alegría.

Letra de la cueca “El Guatón Loyola”

En el rodeo’e Los Andes, comadre Lola,
le pegaron su puñete al Guatón Loyola,
por dársela de encacha’o, comadre Lola,
lo dejaron pa’ la historia al Guatón Loyola.
Combo que se perdía
lo recibía el Guatón Loyola
peleando con entereza
bajo las mesas, comadre Lola.
Bajo la mesa, sí
como estropajo el Guatón Loyola
el otro gallo arriba
y el gordo abajo, comadre Lola.
Quedó como cacerola,
comadre Lola, el Guatón Loyola.