¿Te has fijado que la mayoría de los animales domésticos, como perros y gatos, tienen su patas blancas? Un color que se repite, a pesar de que su pelaje sea distinto.

Esta característica se debe al piebaldismo, una mutación en un gen gatuno que causa la distribución inusual de las células que dan “color” a los ojos, piel y pelaje de los felinos (también llamados melanocitos).

“Las células que darán color a su piel nacen de la región donde eventualmente surgirá su espina dorsal. A medida que el feto se desarrolla los melanocitos se multiplican y migran hacia la piel, donde darán al pelaje de su color definitivo“, indicó la revista Popular Science.

Cuando un gato es embrión todas las células que le dan “color” se agrupan en su espalda, donde luego se formará su columna vertebral.

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Luego, cuando nace, éstas células se extienden por su cuerpo en desarrollo. De esta forma, si los melanocitos se distribuyen de manera uniforme, el gato tendrá un solo color.

En tanto, si las células se propagan de manera irregular se tendrá un felino de dos colores, como Silvestre que tenía las patas blancas y su espalda negra.

Así, las zonas más despigmentadas serán sus patas, al ser la parte del cuerpo más alejada de su espina dorsal, dejando “guantes blancos” en sus patas.