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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Las técnicas de fecundación asistida más conocidas son la inseminación artificial y la fecundación in vitro. La primera es de baja complejidad, no necesita anestesia y consiste en introducir espermatozoides seleccionados en el útero de la mujer. Por otro lado, la fecundación in vitro es de alta complejidad, requiere sedación y estimulación de la ovulación para extraer múltiples óvulos que serán fecundados en laboratorio.

La inseminación artificial y la fecundación in vitro son las técnicas de fecundación asistida más conocidas. El objetivo de ambas es ayudar a hombres y mujeres a tener hijos, ya sea por infertilidad biológica o factores sociales, tales como familias homoparentales o personas solteras. Sin embargo, los tratamientos presentan diferencias sustanciales.

El médico ginecólogo Cristián Miranda explica a BioBioChile cada uno de ellos, que se dividen en baja y alta complejidad.

Inseminación artificial

Por un lado, la inseminación artificial pertenece al primer grupo, pues es un procedimiento ambulatorio, es decir, no requiere pabellón o anestesia. Además, la preparación hormonal es vía oral.

“Después de haberle hecho a la paciente el estudio correspondiente, le damos un tratamiento estimulante de la ovulación, para hacer una hiperestimulación ovárica controlada, de manera que ovule con seguridad a mitad de ciclo, uno o dos óvulos”, profundiza el especialista en medicina reproductiva e infertilidad de la Universidad de Chile.

Posteriormente, se realiza la inseminación intrauterina con los mejores espermatozoides de la pareja, o bien, del donante.

“Esos espermatozoides son preparados, el cónyuge o pareja da una muestra de semen en el laboratorio, que los somete a diferentes procesos bioquímicos, en el cual se separan los espermatozoides de mayor capacidad fértil, que son aquellos que se mueven más rápido y con una morfología normal”, explica el doctor Cristián Miranda.

Los espermatozoides se introducen en el útero de la paciente, no así el semen. “El semen tiene proteínas que no se pueden poner dentro del útero, porque ocasionarían un proceso alérgico en la mujer”, precisa Miranda.

El proceso, si da resultado, dura un mes aproximadamente.

Fecundación in vitro

Por otro lado, la fecundación in vitro corresponde a un tratamiento de alta complejidad, ya que requiere sedación con anestesia y tratamiento hormonal inyectable.

“En vez de hacer una hiperestimulación ovárica controlada, para que ovule uno o dos óvulos (como en la inseminación artificial), empujamos para que la paciente produzca en sus ovarios la mayor cantidad de óvulos, ojalá siempre más de seis”, explica el también médico de la clínica CER.

Una vez la paciente está a punto de ovular, entra sedada a pabellón y, mediante una ecografía transvaginal, se extraen con una aguja los óvulos del ovario. “Los óvulos están en unos folios, que son como unos pequeños quistes, en los cuales aspiramos el líquido y, generalmente, ahí está el óvulo maduro”, indica el especialista.

Después, hay dos formas en que estos óvulos sean fecundados por los espermatozoides previamente seleccionados. El primero, a través de la colocación de los ovocitos en un medio con espermatozoides, que accionarían como caldo de cultivo; y la segunda, a través de la microinyección manual de un espermatozoide en cada óvulo.

Los embriones se trasladan al embrioscopio, una máquina del tamaño de un microondas con cámaras, en donde se controla su crecimiento.

Una vez listos, se criopreservan en frío para ser transferidos a la mujer en alrededor de un mes y medio después, o cuando las pacientes lo dispongan. Por ende, el proceso es más largo que una inseminación artificial y puede extenderse si así se desea.

Según Clínica IVI, la fecundación in vitro se recomienda a mujeres con lesiones u obstrucción en las trompas de falopio, en el cuello uterino o alteraciones en la ovulación o con endometriosis. Asimismo, a aquellas sin pareja que deseen un hijo o que hayan realizado varias inseminaciones artificiales sin éxito.

En los hombres, se sugiere para aquellos con alteraciones en la calidad y/o cantidad de espermatozoides o con vasectomía previa. También se recomienda en el caso de parejas con esterilidad de origen desconocido, parejas en las que se requiera un estudio genético y en parejas lesbianas que deseen concebir.

Fertilización asistida
BBCL