Hace pocos días una noticia preocupante empezó a tener resonancia en la opinión pública. El Fentanilo, la conocida droga zombie que causa estragos en Norteamérica, llegó a Chile.

La Brigada de Investigación Criminal (Bicrim) de Coronel, constató que una mujer de 51 años comercializaba ketamina con fentanilo, así como otras drogas (cannabis y cocaína base). En la jerga clásica del narcotráfico esto significaba que la droga estaba siendo “pateada” para aumentar la potencia de otras a un bajo costo. Esto puede ser evidentemente un indicio de un desarrollo comercial que se ha ido consolidando en el último tiempo con drogas sintéticas de bajo costo y alta potencia, especialmente demandados por el público juvenil y adolescente.

También, se ha observado, la existencia de laboratorios clandestinos que se dedican al tratamiento de este tipo de sustancias y que ya no sólo se instalan en la periferia de la ciudad, donde las nuevas formas de comercialización establecen mayores niveles de movilidad, a través de plataformas tecnológicas, aplicaciones, llegando incluso a las puertas de un colegio. Escenario que facilita un rápido crecimiento en el segmento de los niños, niñas y jóvenes.

Las nuevas organizaciones vinculadas al narcotráfico, que tienen relación con organizaciones internacionales, incorporan en sus estrategias el reclutamiento de niños y jóvenes, donde incluso les retribuyen con drogas y armas modificadas, potenciando el desarrollo de trayectorias violentas.

Es por esta razón que la alerta del fentanilo, en 2021 por el Sistema Alerta Temprana de Senda, debe tomarse con particular urgencia y con estrategias focalizadas que permitan interrumpir rápidamente su masificación. El fentanilo, a diferencia de otras drogas, tiene una altísima probabilidad de ser mortal en el primer uso. Por ello que es clave que los niños, niñas y adolescentes estén lo suficientemente protegidos en sus entornos para no enfrentar este riesgo.

Junto con la acción de persecución criminal, el elemento fundamental para crear los espacios protectores que necesita la niñez, es contar con una Agenda Temprana de Prevención Social en base a una oferta que tenga evidencia en la prevención de los factores de riesgo que gatillan los consumos problemáticos de alcohol y otras drogas.

Es importante trabajar con la comunidad, la escuela y, fundamentalmente, con las familias, entregando herramientas efectivas a padres y cuidadores para ejercer un correcto monitoreo parental en base a estándares claros y una comunicación positiva, que se sustente en un vínculo afectivo que permita detectar oportunamente las amenazas a las que se ven expuestos.

Las Oficinas Locales de la Niñez, que son el órgano Ejecutivo del Sistema de Protección Integral de la Niñez, deben contar con un sólido modelo de intervención, articulado con una oferta en las distintas etapas del desarrollo, que se haga cargo de la prevención de conductas problemáticas, como también de la detección temprana.

Las Oficinas pueden ser un mecanismo efectivo si abordan estos ámbitos, pero requerirá de potestad administrativa para disponer oportunamente los recursos del Estado a nivel local con calidad y coberturas adecuadas. Esperamos que la instalación de esta nueva institucionalidad sea una oportunidad para también llevar adelante esta Agenda Temprana de Prevención Social que nos permita llegar antes y realmente proteger a la niñez. Aún estamos a tiempo.

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