Hoy en día, el planeta Tierra, nuestro hogar, se está sobrecalentando. Nuestras emisiones están disparadas en relación a nuestras capacidades de secuestro y captura de carbono, lo que ha convertido a nuestro planeta en una verdadera caldera que gradualmente está incrementando su temperatura a niveles peligrosos, generando una serie de riesgos climáticos que nos están afectando a todos por igual.

Por esta razón, es urgente detener parte de la acción del hombre sobre el planeta y, sobre todo, proteger de manera efectiva las extensas áreas boscosas, que son los grandes pulmones que se encuentran cada día más amenazados, principalmente debido a la acción del hombre y su necesidad de consumir los recursos naturales sin mayor control.

En última instancia, nuestro sistema económico está depredando nuestro hogar común y, hasta ahora, las soluciones han sido insuficientes. Por lo tanto, si queremos salvar el planeta, necesitamos innovar y, sobre todo, involucrar a las personas, estableciendo los incentivos correctos para generar un esfuerzo colaborativo lo suficientemente potente como para realizar cambios reales en este ámbito. La buena noticia es que las herramientas para lograrlo ya están disponibles en Chile.

Se trata del Derecho Real de Conservación (DRC), un mecanismo legal sin precedentes que permite a los propietarios de una propiedad adherirse de manera perpetua a un estado de conservación, en el que una o todas las características de la flora, fauna o funga del terreno se conservan tal como están, sin intervención humana, de manera permanente. No cumplir con esto, a partir de ahora e incluso en caso de un cambio de propietarios, implica una serie de imposiciones legales que pueden ser exigidas ante los tribunales de justicia.

En la práctica, esta ley permite proteger la naturaleza de manera efectiva desde este momento. El problema radica en que, para lograr un aporte verdaderamente significativo, las áreas protegidas deben ser realmente extensas, y encontrar a millonarios dispuestos a destinar una parte significativa de su patrimonio a la conservación no es una tarea fácil.

Sin embargo, si unimos a muchas personas, cientos o miles interesadas verdaderamente en generar un cambio real, podríamos acumular una gran cantidad de Pequeños Parques Privados de Conservación de la Naturaleza, los cuales, como una red, podrían lograr una transformación que beneficie al planeta, conserve las extensas áreas naturales de nuestro país y, además, brinde un propósito a miles de familias sin agotar su presupuesto.

¿Lo mejor de todo? Este es un negocio rentable, porque el interés por cuidar el medio ambiente no solo es real, sino también masivo. Por lo tanto, las propiedades vendidas con el derecho real de conservación han mostrado un rendimiento promedio anual del 20% en los precios durante los últimos cinco años, y la valoración de los terrenos se ha multiplicado por 10.

Esto es lo que hemos observado en The Real Eco State, donde nuestra oferta de terrenos de conservación en la Patagonia ha atraído el interés de pequeños inversionistas chilenos, así como también de Europa y Estados Unidos, ansiosos por generar cambios reales a un costo bajo. Así, en lugar de comprar una parcela que destruya el paisaje, los bosques y los ecosistemas, la alternativa de ser propietario de un terreno que aumenta su valor y tiene un impacto real en el planeta es, sin lugar a dudas, un mejor camino para todos nosotros.

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