La discusión de las ideas de los precandidatos presidenciales, sobre infraestructura, se han vuelto muy interesantes. El expresidente Piñera, en una propuesta muy similar al expresidente Lagos, ha planteado eliminar el Transantiago y construir nuevas líneas de metro y tranvías. Por su parte, Alberto Mayol, del Frente Amplio, ha propuesto un tren de alta velocidad entre Arica y Puerto Montt y un Tren Patagónico; y la presidenta de la DC, Carolina Goic, ha sugerido que se debería continuar con la concesión de hospitales.
Probablemente este debate seguirá creciendo y se concentrará en proyectos que se financien mediante asociación público-privada (APP), liberando recursos públicos para educación, pensiones y seguridad ciudadana.
Lamentablemente, de acuerdo al reciente estudio publicado por The Economist y el BID, Chile ha perdido liderazgo para atraer inversión en infraestructuras, siendo alcanzado en el primer lugar por Colombia y con la expectativa que en los próximos años Perú, México y Brasil lo sobrepasen, relegándolo a un quinto lugar.
¿Dónde nos hemos equivocado y que podemos hacer? En primer lugar, el Transantiago y los serios problemas en proyectos como el Puente de Chacao, las concesiones hospitalarias, Camino a Farellones, Rutas del Loa o Camino de la Fruta nos han pasado la cuenta. En segundo lugar, las iniciativas APP no han tendido un espacio relevante en los gobiernos regionales y menos en los gobiernos municipales, a diferencia de otros países que han avanzado en la regionalización de las APP.
Por otro lado, los proyectos se han concentrado principalmente en vialidad y aeropuertos, no atrayendo proyectos de otros sectores que necesitan urgentemente inversión, como ferrocarriles, infraestructura digital, infraestructura hídrica, nuevas líneas de Metros y tranvías para todas las ciudades importantes, etc.
Seguramente, en estas elecciones no va haber consenso en un proyecto tan caro como el tren de alta velocidad entre Arica y Puerto Montt, que costaría US$50 mil millones (no US$15 mil millones), pero seguramente sí habría bastante acuerdo transversal en tener un buen tren de velocidad media para pasajeros y carga a Valparaíso y Concepción (mucho más barato que alta velocidad); nuevas y mejores autopistas para la macrozona central; una carretera hídrica que asegure el riego y el consumo humano por los próximos 100 años o una fibra óptica que tenga cobertura para todos los hogares del país.
Si tuviéramos un consenso político en infraestructura volveríamos a retomar el liderazgo, legislando un Fondo de Infraestructura que ayude inteligentemente a recuperar los niveles de inversión pública, lo que aportaría 1 a 2 puntos al crecimiento en los próximos 10 años y cuyas inversiones llegarían a todos los chilenos, los que esperan sin ningún sesgo partidario que los servicios públicos estén a la altura de sus expectativas.
Álvaro González
Economista y Doctor en Ingeniería de Transportes y Urbanismo
Consejero del Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI)