Elegir recordar no es quedarse en el pasado, es decidir quiénes queremos ser hoy. Por eso, esta muestra no solo mira hacia atrás: mira hacia nosotros.

Cada 9 de noviembre tenemos la obligación de mirar atrás. Esa fecha —el Pogromo de Noviembre, o la Noche de los Cristales Rotos— marcó un punto de inflexión para los judíos en la Alemania nazi.

Lo que comenzó como humillación pública, pérdida de derechos civiles y violencia psicológica, derivó pronto en una agresión física desenfrenada. Ochenta años después del Holocausto, los ecos del odio vuelven a resonar. A veces de forma más sutil, pero no por eso menos peligrosa: disfrazados de comentarios en redes sociales, de negacionismo o de desinformación.

Frente a ello, el Museo Judío de Chile, junto a la Embajada de Alemania y el Goethe-Institut, presenta la exposición “Luchamos en suelo alemán por todo el mundo. Baja Sajonia bajo el nacionalsocialismo”.

Una muestra que no busca sólo conmemorar, sino formar ciudadanía. Porque frente al odio, la educación sigue siendo la herramienta más poderosa que tenemos.

Esta exhibición revela cómo el nazismo se construyó desde lo cotidiano: desde las escuelas, los barrios, las instituciones gubernamentales como las no gubernamentales, las conversaciones familiares. La barbarie no irrumpe de golpe; se instala lentamente cuando renunciamos, uno a uno, a la empatía y a la responsabilidad.

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Acompaña a esta exhibición un programa público de memoria con los destacados expertos internacionales, la Dra. Elke Gryglewski, del Memorial de Bergen-Belsen, y el Dr. Jens-Christian Wagner, del Memorial de Buchenwald.

Ambos han transformado antiguos campos de concentración en espacios vivos de aprendizaje, donde el pasado se convierte en advertencia y el recuerdo en acción.

Los memoriales —y los museos que trabajan por la memoria— no son cementerios del pasado, sino talleres de ciudadanía. En ellos se aprende a reconocer los signos tempranos del autoritarismo y a comprender el costo de la indiferencia.

El museo lo sabe bien. Más de una década de trabajo educativo nos ha permitido recibir a miles de estudiantes de todo Chile. En sus recorridos y talleres, muchos reconocen sus propios prejuicios, los mismos que heredamos como sociedad. Pero también descubren algo esencial: que pueden ser agentes de cambio. La mayoría quiere ser parte de la solución y no del problema, aunque muchas veces no sepa cómo hacerlo. Ese “cómo” es precisamente lo que buscamos enseñar: reconocer, pensar y actuar.

Chile sabe lo que cuesta olvidar y lo que implica recordar. La memoria no se hereda: se ejerce. Elegir recordar no es quedarse en el pasado, es decidir quiénes queremos ser hoy. Por eso, esta muestra no solo mira hacia atrás: mira hacia nosotros.

Porque el “nunca más” no se declara una vez. Se practica cada día: en las aulas, en las instituciones y en las calles.