Para Roberto Ávila, abogado que patrocina la demanda del camarógrafo José Miranda contra José Miguel Viñuela a raíz del corte de pelo que el conductor le propinó en pantalla (y sin previo aviso) durante la emisión del 16 de julio de Mucho Gusto en Mega, el conflicto judicial radica netamente en un asunto de desigualdad de derechos.

“Buscamos que se establezca, que se declare por el tribunal, que ninguna persona, cualquiera sean las circunstancias económicas, sociales, profesionales que lo relacionen con otro chileno, pueda cometer un acto de abuso o vulnerarlo de derechos”, comenta en diálogo con BioBioChile.

“Como eso, en un juzgado civil requiere fijar de una cantidad (monetaria), nosotros fijamos 100 millones de pesos, pero para nosotros eso es secundario”, agrega sobre el monto que exigirá como indemnización; a su juicio, “una cantidad modestísima” si este se desarrollara en Estados Unidos.

Según Ávila, existen vulneraciones que no responden sólo a la subordinación directa de una víctima, sino a desigualdades regidas por otras lógicas.

“Me explico: un jugador estrella de un equipo de fútbol y la relación que tiene con un utilero, es que los dos son compañeros de trabajo. Pero el utilero no está en la misma situación que él. Entonces ahí se producen abusos, faltas de respeto. Es lo mismo que pasa en muchos ámbitos del trabajo, de las universidades, los institutos militares, donde hay gente que no tiene una subordinación jurídica, pero están en una situación de privilegios”, afirma.

Para argumentar lo anterior, lo ejemplifica así: “Si el señor Viñuela hubiese querido hacer una broma, de querer cortarle el pelo a alguien, jamás lo hubiera hecho con la señora Diana Bolocco, porque ella está en una situación igual que él. Eso no se le pasó por la cabeza, pero con un camarógrafo podía hacerlo”, dice.

“Esto tiene que ver con un concepto de sociedad: la gente insulta a la gente que acomoda a los automóviles, gritonea al mozo en el restaurant… De eso estamos discutiendo acá”, añade.

Según Ávila, por estos días el camarógrafo está “con licencia psiquiátrica y medicamentado… En un estado de tensión, de tan mal estado, que yo no lo pude imaginar. Me retrotrajo a los años 80, cuando yo era un joven abogado de la Vicaria de la Solidaridad y la gente venía a Plaza de Armas 444 a requerir nuestra ayuda en un estado de conmoción mayor”.

“Y esto es porque si alguien se ve vejado y humillado de esa manera, a él que es un joven soltero, mucha gente le pregunta por qué no hiciste algo, cómo te pueden humillar así y no hacer nada. Y eso provoca conmoción”, finaliza.