Once cuentos, en 130 páginas. Relatos breves, profundos, que calan por su agudeza. Por una sencillez que renuncia a artificios, a palabras que pudieran adornar, pero sobrarían. Cuentos de vacíos, de pérdidas, de desamparos propios y ajenos. Y la frustración, la rabia... vivir.

Los cuentos de Maivo Suárez (Talcahuano, 1964) no parecen ficción. El tinte que da la lluvia, la contaminación, la pobreza, el desengaño o el desamor son vívidos. Como relatos del cuerpo. De la memoria de los cuerpos de sus protagonistas.

La escritora chilena-argentina, trabajadora social, deja aflorar un mirada aguda y crítica de quien observa y convive con realidades duras, desoladoras a veces. No es una mirada “ideologizada”, más bien parece una cronista involucrada. Donde se evidencian valores, cierto marco de lo deseable. Y los brutales cortocircuitos que provocan con la realidad.

“Pensé en los muchos fragmentos de historias que recordaba de mi trabajo con niños y de esa irreconocible muchacha recién titulada, entusiasta e ingenua que yo había sido alguna vez”. (Operación Alum, p 19)

Una mujer que engaña a su marido con su cuñado, una trabajadora social que debuta profesionalmente en un servicio de salud pública, recuerdos de infancia, una joven pareja donde cada cual oculta algo muy importante, una reunión donde todos se embriagan y una historia sobre niños pobres es una nueva excusa para brindar.

Cuentos como piezas de un puzle

Maivo Suárez va relatando historias como quien pone piezas precisas, claves, llamativas, de un puzle gigante, incompleto. Un rompecabezas que cada cual debe tratar de completar. Pero cuyos vacíos son inmensos, y -posiblemente- resuenan con los propios de cada lector.

Esos vacíos, esos silencios, la incomunicación, la falta de empatía, de sentido, va decantando, se impone hasta abrumar.

“Tía también odia los gritos y algunos garabatos. Ella usa a veces huevón y huevona. Ningún otro. También odia a los delincuentes y te dice que los mapuches le dan pena, que deberían hacerse un país aparte como los judíos, para que vivan tranquilos y nadie los moleste, pero bien lejos de Chile, para que así se terminen de una vez los problemas”. (Manual de señoritas, p 16)

Lo que no bailamos es una lectura provocadora por lo que muestra, por esos relatos cotidianos pero descarnados. Donde lo que remueve, lo que incomoda y llega a asustar, es la realidad. Es que en ellos puede estar parte de la explicación de tanta alienación, estado zombi. De tanta frustración y rabia a punto de explotar.

“… y tú te abrazas al plato que estás secando, das un grito, te saltan las lágrimas, los mocos, la rabia, el odio. Tía pregunta qué tienes, qué te pasa, y mientras ella te abraza, tú piensas en los sueños que se escapan a veces como nubes.” (Manual de señoritas, p 17)

El arte, los creadores, muchas veces, tienen esa particular capacidad -y vocación- por mostrar, de alertar lo que está pasando y lo que puede suceder. Lo que no bailamos, de Maivo Suárez, es uno de esos libros. Su primera edición, de 2016, aparentemente, no fue tomada en cuenta. Esta nueva edición, de noviembre de 2022, sigue vigente. Vale la pena leer y tener presente.

Portada de Lo que no bailamos
Provincianos Editores

Lo que no bailamos

Maivo Suárez
Provincianos Editores

Noviembre de 2022, Limache, Región de Valparaíso