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"Mi sala es la puerta del infierno": carta de alumna revela bullying en exclusivo colegio Germania

"Mi sala es la puerta del infierno": carta de alumna revela bullying en exclusivo colegio Germania

Sandra Martínez Tapia

Periodista de Investigación en BioBioChile. Colaboradora en Prensa

Sandra Martínez Tapia

Periodista de Investigación en BioBioChile. Colaboradora en Prensa

Martes 06 mayo de 2025 | 06:02
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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Catalina, seudónimo de una alumna del Colegio Germania del Verbo Divino, enfrentó un año y medio de acoso escolar sin recibir apoyo de la institución. Tras una carta entregada a la rectoría, se abrió una demanda legal que denuncia la falta de intervención de la escuela ante episodios de violencia. A pesar de seguir protocolos, la familia acusa que el establecimiento no detuvo el bullying, lo que llevó a la Superintendencia de Educación a multar al colegio. El colegio todavía tiene fecha para apelar esta multa.

Catalina dice que aguantó más de dos años de acoso escolar. Según denunció, sufrió insultos, golpes y aislamiento social al interior de uno de los colegios más exclusivos de Puerto Varas: el Germania del Verbo Divino. Su familia intentó detenerlo en múltiples ocasiones, pero el bullying, relatan, sólo escaló. El punto final llegó cuando la psiquiatra de Catalina estipuló que, seguir adentro del establecimiento era un riesgo inminente para su vida. Ella misma escribió todo en una carta días antes de irse: "Para mí, despertarme cada mañana e ir al colegio es una tortura terrible, es como si al entrar a mi sala paso la puerta del infierno".

Actualmente estoy sola, sentada en el duro y frío piso de mi colegio. Para ser específica, en el segundo piso a la derecha de la biblioteca. Estoy sola. Nadie está a mi alrededor. Hoy no me junté con nadie. Después de mucho tiempo sentía tranquilidad, pero a la vez tristeza. Es triste comer sola. Como ven, me siento terrible en el colegio. Están todo el rato molestándome con insultos, chistes ofensivos y arrojándome cosas.

El 4 de abril de 2024 Catalina entregó una carta en la rectoría del Colegio Germania del Verbo Divino de Puerto Varas. Catalina no es Catalina. Dice que después de todo el bullying que vivió, dar su nombre le sumaría más daño a su vida. Y de eso, ya tuvo suficiente.

El escrito, que ella misma redactó por recomendación de su psicóloga durante la terapia, narra la mayoría de los episodios que vivió al interior de uno de los mejores establecimientos educativos de la ciudad. Momentos de violencia que, acusa, sufrió durante más de dos años.

La carta de 12 páginas sirvió como prueba para interponer una demanda de indemnización de perjuicios por responsabilidad civil contra el colegio. Ésta, busca exponer que “el Germania no solo permitió, sino que facilitó que Catalina fuera objeto de un cruel y constante acoso escolar”.

“El colegio ignoró de forma reiterada sus propias normativas internas —entre ellas, su Reglamento Interno de Convivencia Escolar—, y desestimó las directrices de protocolos específicos para casos de bullying e ideación suicida”, reza el libelo actualmente en tramitación.

El caso llegó hasta la Superintendencia de Educación, quienes corroboraron que “el establecimiento no aplicó correctamente su reglamento interno y protocolos”. Por lo mismo, se les impuso una multa.

Situaciones humillantes

Entre todas las opciones, los padres de Catalina se inclinaron por el Colegio Germania porque tenía valores “inspirados en el Evangelio”. Su visión, expuesta en su página web, prometía ser el mejor colegio de la región por su “sólida formación académica, espiritual y valórica”. Y bajo esa perspectiva, Catalina llegó el 4 abril de 2022 a sexto básico.

Todo marchó bien en un principio. Paula, su madre a la que también se le cambió el nombre, reconoce que su hija tenía altas expectativas y se mostraba contenta: hizo amigos, sacaba buenas notas y disfrutaba estar en la sala de clases. Pero eso, terminó en septiembre del mismo año.

—A Catalina le pasó todo esto porque era una niña demasiado buena —admite su madre.

Según estipula la denuncia que ingresó al Juzgado de Letras de Puerto Varas, el primer conflicto fue con su entonces amiga y compañera de curso. Una diferencia por la compra de un dulce y un vuelto mal entregado escaló hasta los golpes, agresiones verbales y “todo tipo de situaciones humillantes”. Esto último, agregan, “por la falta de intervención –y, franca despreocupación– del colegio”.

—Resulta que la amiga se equivocó en el vuelto. Compró (un dulce) y no le pasó la plata. Fue una estupidez (…) Empezó a pelear con Catalina. Por ejemplo, un día estaba en misa, le agarró la cabeza y se la tiró contra la banca.

Esas agresiones se replicaron con el correr de los días. Los insultos también. A veces la seguían por los pasillos del colegio, otras la empujaban contra los muebles. El acoso escolar también continuó por redes sociales cuando estaba en casa. Por eso Paula apenas se enteró de lo que ocurría con su hija solicitó una reunión urgente con Daniel González, el encargado de Convivencia del colegio. En la cita, que se concretó el 6 de octubre de 2022, también estuvo la inspectora Ivette Donoso.

Todos admitieron que la situación era grave y tomarían cartas en el asunto. Al menos, invocarían el Protocolo de Acoso Escolar.

Una semana después de ese momento, fue la propia inspectora Ivette Donoso quien envió un correo a la madre de Catalina informándole que habían aplicado una sanción disciplinaria a la alumna agresora.

“Ándate del colegio”

La denuncia señala que dicha sanción fue “inútil”. De partida, porque nunca supieron de qué se trató la medida y segundo, porque el bullying jamás se detuvo.

—Yo solicité que por favor la cambiaran de puesto, pero por ejemplo, Catalina estaba en la fila de la izquierda y la otra niña en la fila del medio. Entonces, tampoco nunca prestaron ayuda en las cosas que yo les estaba pidiendo, que eran cosas simples. Por ejemplo, que no se sentaran cerca, que pusieran más atención. Porque, ¿cómo es posible que le pegaran dentro de la sala? ¿Y los profesores? —cuestiona su madre.

Para 2023, cuando estaba en séptimo básico, el acoso siguió. El tercer día de clases le llegó un papel que decía: “Vete del colegio, aquí nadie te quiere”.

Paula volvió a presentarse al Colegio Germania para exigir que la cambiaran de curso. Llevó todas las pruebas, incluido el papel. A esas alturas, Catalina había iniciado un tratamiento psiquiátrico y psicológico, y también acumuló todos los certificados médicos para entregarlos. Pero ni siquiera eso sirvió. La demanda lo resumen así:

“Al poco andar, la recepción de Catalina en su nuevo curso fue (por decir lo menos) indiferente; escalando rápidamente a un ambiente hostil y negativa generalizada que perjudicó tremendamente su autoestima, autopercepción y, en general, salud psíquica y mental”.

Un informe psicológico del 28 de julio de 2023 describe que en una de las sesiones, Catalina narró lo que le hacían sus “nuevos” compañeros:

“Nuevamente ha tenido experiencias de maltrato psicológico por parte de sus compañeros de curso. Ella menciona: ‘Cuando salgo a la pizarra hacen ruidos asociados a asco, también cuando paso cerca de un grupo me miran con muecas, también asociadas a asco, además mis compañeros me excluyen de actividades’”.

El 24 de julio de 2023, es decir, a menos de dos meses de haberse cambiado de curso, su psiquiatra le diagnosticó trastorno por estrés post traumático y un episodio depresivo mayor severo.

Llévense a su hija

Con dicho diagnóstico, el 10 de noviembre Catalina le escribió a su entonces amiga: “¿Crees que si me tomara 10 pastillas por fin moriría?”.

Así inició un rumor sobre ella al interior del colegio y la mayoría empezó a llamarla “suicida”. Eso, además de afectarle psicológicamente, generó que su entorno la ignorara más: nadie se sentaba con ella, la miraban con disgusto y si conversaba con alguien, su interlocutor comenzaba a tararear en señal de no escucharla.

A fines de 2023, su madre le ofreció cambiarse de colegio. Fue Catalina quien dijo que no, que a lo mejor, en vacaciones, todos olvidarían el acoso y “recapacitarían”.

Eso nunca ocurrió. Antes de terminar el año el bullying llegó con más fuerza. Según su madre, le escupían la mesa, la obligaban a recoger la basura y la golpeaban.

Catalina pensó en suicidarse más de una vez.

—Me la llevaron al punto que me la iban a hospitalizar —confiesa su madre.

Paula siguió enviando correos y yendo al Germania para detener el acoso contra su hija. El colegio, desde la primera reunión con el encargado de Convivencia, Daniel González, aseguró que le estaba dando seguimiento al caso. En la práctica, todo empeoraba.

“El colegio tampoco intervino de forma alguna cuando la menor acosada lloraba en el aula de clases o en los patios. Ni cuando le gritaban a viva voz que era una ‘estúpida’. Sobra decir que, para variar, el colegio jamás activó durante el transcurso de todo el año 2023 el protocolo de actuación alguno para investigar y, eventualmente, sancionar a los agresores involucrados”, versa la demanda.

Dicho abandono sistemático de la institución, como lo denomina la familia, propició un “ambiente hostil, intimidatorio, humillante y abusivo”. Tanto así, afirman, que jamás hubo una intervención por parte del Germania. Lo anterior quedó manifestado en una de las reuniones presenciales que tuvo la familia junto al rector y pastor, William Jemada.

—El pastor nos dice, “¡saben que si ustedes no están conformes con el colegio, entonces llévense a su hija”!

Riesgo de vida

El 16 de abril de 2024, iniciado el tercer año como alumna, la psiquiatra de Catalina emitió un certificado médico que exponía que el colegio hacía peligrar su vida:

“Actualmente la paciente presenta ideación suicida no planificada, se siente sola, aislada, sus compañeros la molestan y le ponen sobrenombres, vulnerando sus derechos como persona. Actualmente tiene imágenes intrusivas y pesadillas relacionadas con el colegio, por lo que no puede seguir asistiendo al colegio“.

Al día siguiente la sacaron del Germania.

A través de un correo enviado al rector Jemada, le expusieron que el retiro forzoso se debía a que el colegio seguía desconociendo el acoso, ignorando pruebas, certificados médicos y negando el acceso a protocolos de acoso.

“Hemos agotado todas las instancias posibles para reparar esta situación, pero es clara su falta de disposición absoluta para brindarle a nuestras hijas medidas de cuidado, seguridad, y formativas mínimas para que continúen con sus estudios”, dice un extracto de ese correo.

Él, por su parte, se limitó a responder que acusaba recibo.

Sanción y multa

El 5 de octubre de 2024 ingresó una denuncia ante la Superintendencia de Educación. El organismo respondió a este medio que, luego de revisar los antecedentes y fiscalizar el colegio, terminaron elaborando un acta con observaciones por incumplimiento a la normativa educacional.

“Se instruyó un procedimiento administrativo sancionatorio debido a que el establecimiento no aplicó correctamente su reglamento interno y protocolos de actuación. Este procedimiento concluyó con una sanción consistente en una multa de 60 UTM (4 millones) en primera instancia”, expusieron.

No obstante, el Germania pidió ampliación de plazo y hasta el cierre de esta publicación, se mantenían dentro de la fecha para presentar un recurso de reclamación.

“Para abordar estas situaciones, los establecimientos deben adoptar medidas preventivas y formativas que favorezcan la convivencia escolar y la gestión colaborativa de conflictos. Si se produce un hecho de maltrato o bullying en el contexto educativo, la normativa educacional señala que las escuelas, colegios y liceos tienen el deber de activar los protocolos de actuación que correspondan, los que deben estar contenidos en su Reglamento Interno”, estipula la Superintendencia.

Por su parte, el Colegio Germania manifestó a BBCL Investiga que al haber dos procesos en curso —Superintendencia y demanda civil— no pueden explayarse en este caso. De todas formas, respondieron que tienen actualizados sus planes contra el maltrato escolar.

Lea declaración íntegra del Germania

El Colegio tiene actualizado su Plan de Gestión de Convivencia Escolar. El Reglamento Interno (RICE) se encuentra ajustado a la normativa vigente (siendo uno de los documentos orientadores de éste la circular 482 del año 2018, de la Superintendencia de Educación), y además en continuo proceso de revisión y actualización. En el RICE están especificados los distintos protocolos de actuación, entre éstos:

-Protocolo de actuación frente a situaciones de maltrato o acoso escolar o violencia entre miembros de la comunidad educativa.
-Protocolo de actuación frente a conductas de riesgo referidas a la salud mental.

El perdón

Días antes de que los padres retiraran a Catalina del colegio, escribió una carta por recomendación de su terapeuta. La misiva comienza narrando que en ningún momento su intención es “hundir al colegio”, su único objetivo es que su caso sirva para que otros alumnos no pasen por lo mismo.

“Algo que quiero remarcar es que a lo largo del tiempo que llevo en el colegio he notado que no soy la única. Cuando recién llegué veía cómo niños de diferentes cursos lloraban afuera de las salas de clases. Veía cómo algunas de mis propias compañeras se cortaban los brazos. Y no quiero ni mencionar el gran aporte de los profesores o adultos, porque su aporte fue NULO”, redactó en los primeros párrafos.

La carta describe sus vivencias que se extendieron por más de dos años. Agrega fotos de los papeles con amenazas y whatsapps de sus compañeros con insultos. También la desatención de sus profesores cuando la veían sola, en los recreos y al horario de almuerzo.

“Los profesores e inspectores pasan como si nada al lado mío. Soy invisible en el colegio. Siento que nadie se preocupa por mí (…) Para mí despertarme cada mañana e ir al colegio es una tortura terrible, es como si al entrar a mi sala paso la puerta el infierno”.

A fines de 2024, ocho meses después de haberla sacado del Germania, la familia decidió demandarlos. Al mes y año siguiente, el Tribunal de Puerto Varas acogió la demanda y dio curso a la investigación, la que hasta la fecha sigue en curso.

La abogada representante de la familia, Josefina Letelier, quien además es directora de la Fundación Heloicas, explica que con la demanda no se busca dinero. Es más, ni siquiera pidieron un monto específico ante tribunales.

—La familia busca que se haga justicia y evitar que esto siga ocurriendo al interior del colegio. Demandamos ante tribunales pidiendo, por un lado, que se establezca el quebrantamiento sistemático de las obligaciones contractuales y extracontractuales de parte del colegio. Y se exige también, y esto es súper importante, que el colegio pida perdón, que es algo que hasta el día de hoy, lastimosamente, no ha hecho —aclara.

Paula, la madre de Catalina, reitera que lo único que quieren es que el Germania asuma el daño que le hicieron a su hija. Sobre todo, apunta, viniendo de una institución cristiana católica.

—Yo lo único que te puedo decir como mamá, es que lo que ocurrió destruyó nuestra familia.

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