Prontos a cumplir seis meses de días que estremecen a Chile no sólo por el estallido social de octubre, sino también por una pandemia que suma víctimas y también incertidumbre social y económica, leer hacia el pasado de nuestro país tal vez nos aporte respuestas para comprender mejor nuestra idiosincrasia, la pasmada mentalidad de la fronda política, la crisis de confianza, la letra chica, el zigzagueante oportunismo del poder y una sociedad que a menudo pasa de la euforia a la deriva.

Por Marcel Socías Montofré

Increíble paradoja de Elizabeth Subercaseaux. Nos habla de “La patria estremecida” por el siglo XX, sin imaginar siquiera que esa mezcla de ficción y realidad sería mucho más carne y herida por octubre y pandemia del XXI.

Por eso resulta oportuna su lectura. Porque cuando se habla de cambio en Chile, de pronto basta mirar atrás para darse cuenta que de cambios y turbulencias siempre hemos vivido. Es parte de nuestra idiosincrasia -tal vez- o de un manifiesto destino de un país que siempre “ha tenido temblores políticos, económicos y sociales salvajes”, en palabras y argumentos bien documentados de la autora, que por cierto no pierde la fluidez narrativa de su condición de periodista.

Porque a pesar de lo que muchos piensan o insisten en creer, la historia de Chile no comienza en octubre de 2019. Como tampoco –por mucho que cunda el pesimismo actual- termina en este otoño de 2020.

Es en esta inflexión del tiempo donde resulta más que oportuna la lectura de “La patria estremecida” (Editorial Catalonia, 2019). Para darse cuenta que no hay novedad alguna en la actual crisis de las instituciones, como tampoco es nueva la crisis de los partidos políticos, la avaricia terrateniente reconvertida en especulación bursátil, la utopía carne de cañón, el oportunismo de algunos pocos y la marginalidad eterna de muchos tantos.

La paradoja es que la autora nos presenta una mezcla de realidad y ficción para documentar la decadencia del sistema parlamentario a comienzo del siglo XX, el populismo irresponsable de Alessandri Palma, la tentación de tacos y fusiles con Ibáñez del Campo, los gobiernos que prometieron ser radicales para terminar de lo más conservador con González Videla, la sobrevalorada imagen de Frei Montalva, la soledad del poder con Allende y el poder en soledad de un Pinochet aferrado a La Moneda hasta decir que No. Lo hace con mirada hacia el pasado, sin imaginar que volverían con la brutalidad del presente.

Y si bien el propósito de la autora fue documentar de manera novelada nuestra historia –tal como ya lo había hecho con “La patria de cristal”-, lo cierto es que la realidad superó toda expectativa de lectura para convertir a sus personajes en una suerte de premoniciones indeseables. Las mismas ambiciones, iguales traiciones, persistentes codicias y eterna ausencia de estatura política y sentido de bien común.

Como si se tratara de una novela oráculo. Presidentes, políticos, artistas y líderes intelectuales en una suerte de remake. Triste “déjà vu” que al menos se salva por la prosa siempre ágil de Elizabeth Subercaseaux. Tan ágil que fue capaz de traspasar los límites de un siglo a otro, atrapando esta edad media que nos retiene en casa, nos relega a cuarentena y al menos nos permite tiempo de lectura y reflexión. Con la patria clausurada hasta nuevo aviso. Con la patria estremecida por destino y costumbre nacional.

La patria estremecida, Editorial Catalonia (c)
La patria estremecida, Editorial Catalonia (c)

La patria estremecida
Elizabeth Subercaseaux

Editorial Catalonia