Nadie es extranjero en Toronto. En la ciudad más grande de Canadá, y cuarta de Norteamérica, la mitad de sus habitantes nacieron lejos de esta torre de Babel que habla 140 idiomas diferentes, entre los que ahora se mezcla el bullicio de los 6.000 atletas que participarán en los Juegos Panamericanos.
Es más allá del mediodía en el paseo que bordea una parte del gigante lago Ontario. Unas banderas con el logo de los Juegos reciben los zarpazos del viento costero, mientras en una de las tiendas venden unos muñecos con la forma de la mascota de la tercera edición canadiense de los Panamericanos.
Pese a que en esta zona del sur de la ciudad el ambiente olímpico baja de intensidad, todo el mundo sabe que el viernes comienza la mayor cita polideportiva de América.
“Que Toronto albergue los Juegos es una gran idea, la ciudad va a estar bajo los focos y eso atraerá a más gente. Es un gran evento a nivel internacional”, afirma Areeba Aziz, una estudiante de 19 años que trabaja en una compañía de viajes en barco por el lago.
Los turistas, sin embargo, aún no han invadido esta ciudad de 2,8 millones de habitantes. Su cercanía a las cataratas del Niágara y su variada oferta cultural hacen que 25 millones de visitantes viajen anualmente a Toronto.
“Creo que tendremos más clientes en las próximas dos semanas”, predice Areeba sonriente, al tiempo que desea que un día la ciudad albergue unos Juegos Olímpicos.
Cada año, la capital económica del segundo país más extenso del mundo recibe a 55.000 nuevos inmigrantes, que se unen al mosaico de más de 200 etnias que conforman esta ciudad que se asoma al infinito lago Ontario.
Aunque el inglés, la lengua más hablada de la ciudad, y el francés son oficiales en Toronto, el 45% de sus habitantes aprendieron otro idioma en la infancia. Más de un cuarto de sus ciudadanos se comunican en otro lenguaje en sus casas, principalmente en las diferentes variedades del chino, Tamil, español y Tanagog.
Hasta en la autopista
En las anchas avenidas de la ciudad, las coloridas chaquetas de los primeros deportistas que llegarán desde 41 países para competir en los Juegos Panamericanos se mimetizan con los ‘torontonians’.
Con un coste de 2.000 millones de dólares, casi el doble de los invertidos en Guadalajara-2011, el gobierno local lleva meses esforzándose en que la mayor cita polideportiva de América conecte con los 5,5 millones de ciudadanos que viven en el área metropolitana de Toronto.
“Supe de los Juegos por televisión, estaba en todas las noticias que llegaban los Juegos, ¡hasta en la autopista!”, cuenta divertida Alison Prentice, que vive cerca de la nueva piscina olímpica.
Esta jubilada de 64 años cree que es una buena idea que la ciudad acoja los Panamericanos pero, sobre todo, se queda con los retoques que se han hecho en la ciudad.
“Para la gente de Toronto es positivo porque nos han arreglado las calles y se han hecho reformas”, concluye.
Canadá, que pretende luchar con Cuba y con Brasil por un lugar en el podio continental, ya organizó dos juegos antes, ambos en Winnipeg, en 1967 y 1999.
Era cuestión de tiempo, sin embargo, que un gran evento polideportivo se fijara en Toronto. La ciudad es sede de siete equipos que participan en las mejores ligas de sus modalidades, entre los que destacan los populares Toronto Maple Leafs de hockey sobre hielo, los Toronto Raptors de la NBA o los Toronto Blue Jays de béisbol.
“Creo que somos afortunados por acoger unos Panamericanos. Es una buena manera de que el mundo conozca Toronto, aunque pienso que nosotros seguiremos la competición desde casa porque el tráfico va a ser peor de lo normal”, cuenta la comercial Rina Mabrucco, de 50 años.
Mientras pasea a su perro cerca del lago, una vecina del barrio va más allá.
“Me gusta la idea de los Juegos Panamericanos, pero no estoy emocionada de que sean aquí”, explica Laura Cranne, una enfermera de 29 años.
“Vivo aquí cerca, así que está todo a mi alrededor, pero si no viviera en Toronto, no creo que supiera mucho de los Juegos”, apunta al tiempo que el viento sacude a su espalda una bandera que invita a los Juegos.