Los últimos soldados pertenecientes a las 33.000 tropas que el presidente de Estados Unidos mandó hace tres años para reforzar al contingente en Afganistán abandonaron el país asiático, informaron este jueves fuentes del Departamento de Defensa.

La retirada de los soldados, que comenzó en julio, coincide con un aumento sin precedentes de militares occidentales muertos por ataques perpetrados por agentes afganos -51 en lo que va de año- y la ola de protestas antiestadounidenses en el mundo árabe por un filme que ridiculiza al profeta Mahoma.

Estados Unidos seguirá teniendo en Afganistán unas 68.000 tropas, mientras que la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) contará sobre el terreno con cerca de 40.000 soldados.

El secretario de Defensa, Leon Panetta, aseguró que los 33.000 soldados retirados habían logrado los objetivos de invertir el ritmo de los talibanes y de aumentar la capacidad de acción de las fuerzas de seguridad de Afganistán.

“Al mismo tiempo, hemos conseguido asestar enormes golpes a la dirección de Al Qaida, consecuentes con nuestra meta de perturbar, desmantelar y derrocar a Al Qaida y negándoles el paraíso”, precisó Panetta en un comunicado.

De todas formas, con cientos de miles de tropas todavía desplegadas en Afganistán, el secretario de Defensa reconoció: “Somos una nación en guerra”.

“Pero la comunidad internacional está muy comprometida con nuestra estrategia de transferir el control de la seguridad a los afganos”, añadió.

La retirada de los militares estadounidenses forma parte de la estrategia de la coalición internacional de sacar la parte esencial de sus efectivos del país antes de que finalice el 2014, cuando la policía y el ejército afganos asuman la seguridad.