Mientras que en la economía mundial la industria del trigo crece, vislumbrando un atisbo de calma para las economías anglosajonas, en el patio trasero del mundo, Latinoamérica, la situación es distinta.

Es así como Chile y México se perfilan como las naciones en donde el precio de los alimentos aumentará de forma considerable su valor, en relación a la canasta de alimentos fijada por la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura).

Esto es explicado por el 1% de alza que experimentó el costo en la alimentación en el mundo, que elevaría este año en un 6,8% su precio en América Latina y El Caribe.

El 9% de la inflación de los alimentos en Chile podría ser producto de diversas causas, todas relacionadas directamente con la especulación sobre los efectos del cambio climático y la demanda de insumos de agricultura, entre otras cuestiones.

No es lo mismo cultivar tierras con la suficiente agua, fertilizantes y herramientas, que con un estado declarado de sequía y con pérdidas que dificultan la compra de artículos necesarios para el sembradío.

El precio de los alimentos basado en la oferta y la demanda provoca que ciertos “agentes” dentro de la cadena tradicional de producción influyan de acuerdo a la información y rol que transmiten y juegan.

Lo anterior explica la fuerza con la que el consumo mensual de papas ha elevado por cerca de los dos mil pesos su costo en la canasta establecida por la FAO.

Otra variable importante, posiblemente fundamental, es el precio del transporte de los productos, situación bien conocida en la realidad nacional, que afecta a casi todas las áreas del desarrollo humano.

Asimismo, la alta demanda de trigo alteró muchos precios a nivel mundial, pues este cereal utilizado para la producción industrial de ganado es altamente consumido indirectamente por Asia, en donde fue ampliamente adoptada la dieta occidental.

¿Desde qué profundidad es más cercana la solución al problema? Quizás la respuesta está en el carro del supermercado, el patio de nuestras casas, en los escritorios de los políticos, o bien en un ajuste a niveles superiores.