El presidente Barack Obama saludó este miércoles “el éxito extraordinario” de Estados Unidos en Irak, pero llamó a aprender la lección del conflicto durante un discurso en el que rindió homenaje a los soldados, días antes del retiro de los militares estadounidenses de ese país.

Durante un discurso ante los soldados en Fort Bragg (Carolina del Norte, sureste), Obama también hizo referencia al “elevado precio” de esta guerra de casi nueve años, a la que él se opuso cuando aún no era presidente.

“Dejamos tras nuestro un Irak soberano, estable y autosuficiente, con un gobierno representativo elegido por su pueblo”, afirmó Obama, rodeado por los boinas rojas de la 82ª división aerotransportada en Carolina del Norte.

“Estamos construyendo una nueva asociación entre nuestros países y estamos poniendo fin a una guerra no con una batalla final, sino con una marcha final a casa”, agregó.

Acompañado de su esposa, Michelle, el presidente habló ante varios miles de militares reunidos en Fort Bragg, un enorme complejo de 650 km2, sede de varias unidades de fuerzas especiales y la 82a división de infantería aerotransportada, desplegadas en múltiples ocasiones en Irak desde la invasión de 2003.

“Es un éxito extraordinario, que llevó nueve años”, afirmó, al tiempo que reconoció “el duro trabajo y el sacrificio” que se necesitaron. “Esas palabras apenas describen el precio de esta guerra y el coraje de los hombres y las mujeres que lo llevaron a cabo”, subrayó.

“Conocemos demasiado bien el elevado precio de esta guerra. Más de 1,5 millón de estadounidenses sirvieron en Irak. Más de 30.000 estadounidenses resultaron heridos, y se trata solo de los heridos cuyas heridas son visibles”, agregó en alusión a las secuelas psicológicas que padecen algunos veteranos.

“Cerca de 4.500 norteamericanos” perdieron la vida, recordó el presidente, “entre ellos 202 héroes caídos en el campo de honor provenientes de aquí, de Fort Bragg”, añadió. “Hoy hacemos una pausa para rezar por todas las familias que perdieron a un ser querido, porque todos son parte de nuestra gran familia estadounidense”, afirmó.

Obama había hecho referencia en muchas ocasiones durante su campaña electoral victoriosa de 2008 a su oposición inicial a la guerra de Irak, en 2002 y 2003 cuando no era más que un legislador local.

El dirigente demócrata, en efecto. criticó duramente a su predecesor, George W. Bush, por haber emprendido esta guerra.

Sin embargo, debió administrar las consecuencias del conflicto en el ámbito internacional y en el interno. La guerra contribuyó, en efecto, a aumentar el déficit presupuestario en el que todavía se debate su administración.

El mandatario, que el lunes señaló, al recibir al primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki en la Casa Blanca, que “la historia juzgará” la decisión de emprender la guerra, evitó una vez más la controversia al destacar que “los dirigentes y los historiadores seguirán analizando las lecciones estratégicas de Irak”.

La “lección más importante que nos han enseñado ustedes no es una lección de estrategia militar; es una lección sobre el carácter de nuestro país”, ya que “a pesar de todas las dificultades que enfrenta nuestro país, ustedes nos recuerdan que nada es imposible para los estadounidenses cuando son solidarios”, aseguró a los soldados el presidente, candidato a s reelección en noviembre de 2012, y enfrentado a la hostilidad de sus adversarios republicanos.

Sólo quedan en Irak unos pocos miles de soldados norteamericanos cuando se acerca el 31 de diciembre, fecha en la que habrán dejado definitivamente el país, donde desde 2003 al menos 126.000 civiles iraquíes murieron debido al conflicto, según Neta Crawford, profesora en la universidad de Boston. A ellos se suman 20.000 soldados y policías iraquíes y más de 19.000 insurgentes.