Fuertes explosiones sacudieron este viernes a Trípoli, donde el asediado régimen de Muamar Gadafi llamó a un cese al fuego inmediato mientras los rebeldes afirmaban haber tomado una refinería estratégica cerca de la capital.

En el plano humanitario, “la intensificación” de los combates entre rebeldes y fuerzas leales a Gadafi en Libia causó un “rápido deterioro de la situación humanitaria” en varias ciudades del país, indicó el Comité Internacional de la Cruz-Roja (CICR).

En Trípoli, miles de migrantes esperan una evacuación, según la Organización internacional para las migraciones (OIM).

“No pueden salir por la carretera hacia Túnez a causa de los combates en el frente del oeste que descartan esta opción”, según una portavoz.

Los insurgentes abrieron desde el miércoles tres nuevos frentes, uno en Ajaylat, en el oeste, el otro en el Este en Al-Hicha, a media distancia entre Misrata y Sirte, ciudad natal del coronel Muamar Gadafi, y otro en Morzuk, en el suroeste sahariano.

Paralelamente, combates se llevaron a cabo en Brega, en el este, y en Zauiya, 40 km al oeste de Trípoli. Los rebeldes afirmaron controlar la refinería de Zauiya, única del oeste libio y una de las últimas fuentes de suministro del régimen en petróleo y en gas. Pero el régimen desmintió.

El viernes por la mañana, intensos combates callejeros se desarrollaban en el centro de Zauiya entre rebeldes y leales, según un corresponsal de la AFP. Muchos edificios fueron destruidos y francotiradores se encontraban en los techos.

Los insurgentes afirmaron también el viernes que avanzaron e hicieron sufrir fuertes bajas a las fuerzas del régimen en el frente de Zliten, ciudad disputada por las partes a 150 km al este de Trípoli.

Procedentes del enclave de Misrata, 50 km más al este, los rebeldes tratan desde inicios de agosto de apoderarse de esta ciudad de 200.000 habitantes a lo largo de la costa mediterránea.

Afirmaron en un comunicado que mataron “entre 40 y 50 soldados gubernamentales” mientras que “12 mercenarios africanos fueron apresados”.

El conflicto en Libia se inició el 15 de febrero con un levantamiento contra el régimen autoritario de Muamar Gadafi. La revuelta, reprimida sangrientamente, se transformó rápidamente en guerra civil.

A fines de marzo, la OTAN tomó la comandancia de una coalición internacional que intervino por mandato de la ONU para proteger a la población civil.

La Alianza Atlántica lleva a cabo ataques diarios en Libia, de donde quiere desalojar al coronel de Gadafi, en el poder desde 42 años.

El viernes a las 01H00 (23H00 GMT del jueves), varias detonaciones fueron escuchadas en el sector de la residencia del coronel Gadafi en el centro de Trípoli, así como al oeste de la capital.

Mientras los rebeldes se acercan de la capital, bastión del régimen, el Primer ministro libio Baghdadi Mahmudi lanzó el jueves un llamado “al alto al fuego” y al diálogo, al mismo tiempo que descarta la partida de Gadafi.

El presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT), órgano político de la rebelión con sede en Bengasi (este), Mustafá Abdeljalil, dijo por su parte que la salida de Gadafi es un requisito previo para iniciar cualquier discusión.

Abdeljalil añadió que espera festejar en la capital el fin del mes de ayuno musulmán del Ramadán, a fines de agosto.