Una de las razones para que Chiloé mantenga entre su vocabulario tantos términos inusuales respecto a nuestro dialecto, se debe no sólo al aislamiento, sino a que este territorio insular fue el último bastión de la corona española en nuestro país, anexado por la fuerza a la república en 1826, 16 años después de la primera junta de Gobierno.

No es de extrañar entonces que cada vez que Chiloé se moviliza, surjan banderas españolas, como un signo de desafío al gobierno pero también con un dejo de nostalgia por la perdida unión con la península ibérica.

En este caso podemos ver a un estudiante dalcahuino, quien durante una manifestación en Concepción, alza orgulloso la bandera de los veteranos de Castro, el ejército realista con que los propios chilotes intentaron defender su relación con España ante el avance del ejército chileno.

¿Pero por qué mientras Chile anhelaba la independencia, Chiloé quería seguir bajo la monaraquía? Según explica Pedro Encina, arquitecto curador de las populares cuentas históricas de Santiago Nostálgico, la generosidad de la corona con sus habitantes durante las últimas tres décadas del siglo XVIII explican la lealtad de los chilotes al rey.

“Se fundaron ciudades (San Carlos de Ancud), se edificaron fuertes, se construyeron caminos, se impulsaron los astilleros, se desarrolló el comercio. En lo social, se suprimió el régimen de la encomienda, otorgándosele al veliche (indígenas chilotes) igualdad de derechos con la población hispánica y reconociéndoseles la propiedad de sus tierras ancestrales. Se impulsó la educación y la salud pública, se dio sustento a las clases sociales más desposeídas mejorando sus condiciones de vida”, señalan.

Pero eso no es todo. “En lo político, se acabó con el poder despótico de los encomenderos, permitiendo a una incipiente burguesía de tomar las riendas del Cabildo y por ende del poder civil de la Provincia. De allí que la monarquía hispánica retomó valoración y la gran mayoría de la población y, en modo particular, los componentes del Cabildo eran filo-peruanos (parientes) y convencidos realistas. Solamente así se explica la constancia con que los chilotes combatieron durante tantos años una guerra sangrienta y cruel, aún cuando se volvieron conscientes de que no tenían posibilidad alguna de victoria”.