La iglesia de San Francisco, construida hace 444 años y el edificio más antiguo de Santiago que ha sobrevivido a innumerables terremotos en la zona más sísmica del planeta, podría tener la clave del conocimiento precolombino en materia antisísmica.

El edificio religioso, que empezó a edificarse en 1572 y concluyó 41 años después, es la única construcción colonial que sigue en pie en el país con su estructura original.

También es el único edificio que sobrevivió al devastador sismo de 1647, conocido como el “Terremoto Magno” que según los cálculos actuales habría alcanzado una magnitud de en torno a 8, y que arrasó Santiago al punto de que las autoridades de la época se llegaron a plantear un cambio de ubicación de la ciudad.

En estos días, la académica de la facultad de arquitectura de la Universidad de Chile, Natalia Jorquera, ha destapado los cimientos para tratar de resolver un interrogante que la persigue desde que hizo su tesis doctoral sobre los riesgos sísmicos de las edificaciones preindustriales.

Juan González | Agencia Uno

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Y el hallazgo ha sido sorprendente. Los espesos muros -de 1,7 metros- del templo original reposan sobre unas bolas de piedra situadas en tierra delimitadas por unos muros laterales.

“El muro estaría sobre patines pero no se sabe porque tiene un muro lateral de contención”, explicó a la AFP, señalando que este sistema “no es típico de edificios coloniales monumentales” que dejaron los españoles en América ni en las construcciones en España.

Este tipo de construcción podría explicarse por la influencia de la mano de obra indígena en el diseño de este sistema, señala la académica, muy cauta todavía porque no quiere adelantar las conclusiones de su estudio que espera finalizar en octubre, con la financiación del estatal Fondo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica.

Mano de obra indígena

“Por las crónicas históricas se sabe que la mano de obra utilizada fue indígena picunche, lo que nos lleva a suponer que estas fundaciones fueron ideadas por la población local”, explica Jorquera, que recuerda que cuando se colocó la primera piedra del edificio religioso, en 1572, los españoles llevaban 31 años en Chile y todavía no habían vivido ningún terremoto importante.

Hans Scott | Agencia Uno

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Esta tesis se apoyaría en que otras fundaciones similares han sido encontradas en construcciones prehispánicas de Perú, cuyos pueblos originarios tuvieron contactos con los habitantes de la zona norte y centro de Chile. “Esta idea no se les ocurrió a los españoles”, zanja.

Pero los pilares por sí solos no explicarían la resistencia del edificio, que cuenta con un techo artesonado y unas vigas que atraviesan los espesos muros, contribuyendo también a sujetarlos en caso de fuertes sacudidas.

Además del hallazgo de las fundaciones, la excavación ha permitido encontrar piezas de cerámica de origen inca, una punta de flecha y un entierro.

A lo largo de casi cuatro siglos y medio de existencia, la iglesia ha experimentado varias ampliaciones, entre ellas un convento aledaño, y la torre, que se desplomó por primera vez en el gran terremoto de 1647 junto con el segundo piso de los claustros, ha sido reconstruida en cuatro ocasiones.

Pero si bien San Francisco es la más antigua de las construcciones coloniales y la “más interesante”, en el centro de Santiago han sobrevivido a los terremotos y el paso del tiempo medio centenar de edificios coloniales levantados a finales del siglo XVII y principios del XVIII, recuerda Jorquera.

Fuera de Chile, en el sitio arqueológico Huaca Pucllana de la cultura pre-incaica Lima, descubierto en plena capital peruana, los muros que resistieron innumerables terremotos, fueron construidos con ladrillos de adobe dispuestos verticalmente en forma piramidal, aparentemente también con ese fin.