La británica Laura Robson fue paseada por todos los canales de televisión, un par de emisoras de su país, el estudio del canal de tv oficial del US Open y además de todo ello, por la sala de prensa.

¿Por qué tanto ruido para su partido de segunda ronda en el Abierto de Tenis de los Estados Unidos?. ¿Jugó en forma tan espectacular, dio una cátedra de tenis?. No. Fue la Benjamín Becker de Kim Clijsters, parodiando a aquel tenista alemán que en el mismo escenario (el Arthur Ashe Stadium) despidió de la actividad oficial al mítico André Agassi en 2005.

Ahora le tocó a Clijsters decir adiós definitivamente en una casa, la de Flushing Meadows que ha conocido perfectamente, tanto que ganó tres veces el máximo trofeo, el de singles.

Clijsters, hija de un futbolista que un año antes de su nacimiento había jugado el Mundial de España para Bégica, decidió decir basta a una profesión que la tuvo en casi toda la década del 2000 como una activa protagonista. Además del US Open, Clijsters quien compartió codo a codo el liderazgo del tenis mundial junto a su compatriota Justine Henín (también alejada del tenis) había obtenido el Abierto de Australia, más tres títulos grandes en dobles.

Al principio de su carrera, era notoriamente más conocida por su largo noviazgo con Lleyon Hewitt. A punto de casarse con el australiano y cuando ambos competían en el máximo nivel, una discusión con los padres del jugador terminó con lo que se daba. Kim pareció liberarse. Comenzó a jugar cada vez mejor. Su tenis, poderoso en cuanto a la justeza de sus golpes pero más que ello su competitividad y la forma de no dar por perdida pelota alguna, la entronizaron entre lo mejor de lo mejor del tenis femenino en una época en que además de Henín, también brillaban con colores propios Venus (primero) y Serena (después y hasta hoy) Williams.

Kim fue número 1 del mundo en agosto de 2003, se alejó de las competencias en 2007 y 2008 porque casada con un basquetbolista optó por dedicarse a la maternidad. Su hija Jada irrumpió en su vida y como lo declaró abiertamente, eso era lo más importante.

Su enorme jerarquía la ayudó en la vuelta al tenis. Sin ránking e invitada por la organización, concurrió al US Open 2009, y lo ganó.

Repitió en 2010 y partió el 2011 obteniendo el Abierto de Australia. Parecía que ocupaba otra vez el sitial de la década pasada. Pero lesiones y otra vez el deseo de maternidad (aún no concretado) por segunda vez la obligaron, ahora sí, a decir adiós para siempre a un deporte que no olvidará su profesionalismo, su silencio en los temas polémicos (su relación con Hewitt y Henín no terminó de la mejor manera) y sus ganas de lograr títulos importantes .

Se fue Clijsters. Y como corresponde a un público, el americano, que entiende el deporte sin distinción de nacionalidades, le brindó una ovación tan grande como el escenario que la vio decir adiós…