Cuando el mundo tiene en la mira las acciones del ejército ruso en Ucrania, la hazaña se presta para recordar al letal francotirador que diezmó a centenares de militares que invadieron su país, por orden de Stalin. Le llamaban "la muerte blanca". Su precisión contra el enemigo le valió ser el más letal de la historia.

Conocer la hazaña del francotirador más letal de la historia debe remontarnos también a sus orígenes, antes de convertirse en “La muerte blanca”.

Simo Häyhä nació el 17 de diciembre de 1905. El pueblo de Rautjarvi era parte del entonces Gran Ducado de Finlandia.

Ahí se origina la leyenda que más tarde haría entender el dicho “Donde pongo el ojo, pongo la bala”. Pasarían varios años para saberse con literal precisión.

Simo Häyhä era parte de una numerosa familia de granjeros. El penúltimo de ocho hijos criados en un hogar luterano.

Cuando creció centró sus estudios en gramática, cuyo espíritu es poner cada punto sobre las íes.

No imaginaba que esa exactitud le valdría más adelante conservar su nombre y su hazaña a través de los tiempos.

Cuando cumplió 20 años la leyenda comenzó a fijarse en el blanco y se enlistó en el servicio militar finlandés.

Pronto llegaría la ocasión para enfrentarse el ejército rojo de Stalin.

A “la muerte Blanca”, el letal francotirador, el mundo lo tuvo en la mira desde que él supo cómo poner en la suya al enemigo a combatir, según National Geographic, entre otros sitios que replican su historia.

“La muerte blanca”: la pesadilla del ejército rojo

Una vez parte de las filas finlandesas, el también pastor comenzó a hacerse de un nombre lejos de los graneros de su hogar.

Las labores en la granja fueron sustituidas por un arma larga, cuyo objetivo distaba rotundamente de la crianza de animales.

El medio argentino TN, que también ha escrito sobre su proeza, lo describe como el hombre con un subfusil finlandés Suomi KP/-31, que se perfiló desde un inicio como un tirador de élite.

Y así llegó el tiempo de probar su puntería sin igual.

Entre 1939 y 1940, Stalin ordenó al ejército ruso invadir Finlandia, en lo que la historia denomina como la “guerra de invierno”.

Las tropas soviéticas no imaginaban en ese entonces que un diminuto hombre los frenaría desde el camuflaje más impensado.

Simo Häyhä medía solo 1,52 metros. Era algo inversamente proporcional a su destreza.

"La muerte blanca" medía 1.52 de estatura pero era grande en precisión.
National Geographic.

“La muerte blanca”, el letal francotirador, sabía como esconderse entre la gélida nieve durante las feroces batallas entre los ejércitos soviéticos y locales.

Cuenta la leyenda que antes de fijarse en el punto donde esperaría la llegada del enemigo construía un montículo helado, centímetros antes, para que no se removiera al disparar.

Eso era una ínfima parte de su estrategia. La destreza venía después.

Era capaz de disparar a 300 metros contra sus enemigos, sin usar la mira telescópica en su subfusil.

Por lo general el sistema óptico aumenta la nitidez del objetivo enfocado, dando paso a la precisión. Es primordial en el mundo militar.

No obstante, Häyhä no la usaba. Con eso evitaba que los soldados soviéticos lo avistaran, ya que reducía el tamaño del blanco que ofrecía y eliminaba del reflejo del Sol en la lente de su arma.

En tres meses que duró el conflicto “la muerte blanca” eliminó a más de 500 soldados soviéticos, convirtiéndolo en el más letal francotirador de la historia.

“Hice lo que me ordenaron de la mejor manera que pude”, aseguró.

Se trata de una frase que lo inmortalizaría. Los que le conocieron le atribuyeron otras 200 muertes más, durante la “guerra de invierno”.

Simo Häyhä: el francotirador más letal de la historia.
National Geographic.

El día que el letal francotirador fue blanco enemigo

Con las bajas que “la muerte blanca” le significó al ejército soviético su nombre ya era del conocimiento de Stalin.

La estrategia incluyó, entonces, eliminar al letal francotirador que en un sólo día, y según sus camaradas, había acabado con 25 tropas rojas.

Así se emprendieron fallidas operaciones militares contra Simo Häyhä, que incluían ataques de artillería y el empleo de francotiradores, con miras a eliminarlo.

Sin embargo, nada conseguía dar en el blanco.

Pero finalmente el 6 de marzo de 1940 la suerte llegó para el bando enemigo finlandés.

Una bala, que no provino de la premeditada percusión de un tirador, impacto el rostro de Häyhä, atravesando la parte superior de sus labios y destrozándole la mejilla izquierda.

Le llegó un disparo al azar en medio de la guerra.

Sus compañeros militares lo trasladaron mal herido a un hospital cercano al sitio donde caía una leyenda. La pesadilla del ejército rojo.

Una bala al azar, hirió a "La muerte blanca".
National Geographic

Durante 7 días permaneció en coma. Fue sometido a decenas de cirugías para reconstruir su rostro.

Todo ocurrió simbólicamente, debido a que Stalin firmaba la paz con Finlandia, mientras los médicos salvaban al que su país consideraba un héroe.

Simo Häyhä, “la muerte blanca”, considerado el letal francotirador que diezmó al ejército soviético que invadió su país, murió en 2002, a los 97 años.

Antes, su retiro fue relativamente tranquilo. Se dedicó a la caza de alces y a la crianza de perros.

Cuando le preguntaron en 1998 cuál fue su secreto como francotirador, respondió: “práctica”. Sus múltiples condecoraciones lo certificaron como un tirador de élite.

Si bien, las acciones bélicas le destrozaron -literal- una parte de su humanidad, su leyenda quedó intacta, hasta la fecha, cuando sus acciones se recuerdan en un contexto infeliz: la invasión rusa a Ucrania.