“Haber aprendido a calcular el mínimo común múltiplo (MCM) o el máximo común divisor (MCD) no sirve para nada”, es una de esas frases que muchos hemos escuchado, al menos, una vez en la vida.
Ahora, el matemático e ingeniero, David Gozalo, divulgador en redes sociales, desmintió ese mito con varios ejemplos cotidianos que demuestran que, en realidad, el mínimo común múltiplo y el máximo común divisor siguen teniendo más utilidad de la que pensamos.
En uno de sus vídeos más recientes, Gozalo parte de un tuit que resumía esta queja: después de aprender a calcular el MCM y el MCD en el colegio, uno termina su vida escolar sin volver a usarlos nunca más. Esto es falso, responde el profesor.
El mínimo común múltiplo en la vida
Para explicar el mínimo común múltiplo, Gozalo recurre a un caso muy visual: “estás organizando una fiesta y quieres servir perritos calientes”, o en chileno: completos.
Los panes vienen en paquetes de seis y las salchichas, en paquetes de ocho. Si compras una bolsa de cada uno, te sobrarán dos salchichas. ¿Qué puedes hacer para que no sobre nada? Calcular el mínimo común múltiplo de 6 y 8.
En este caso, el MCM es 24. “Eso significa que, si compras tres paquetes de salchichas y cuatro de panecillos, tendrás exactamente la misma cantidad de ambos ingredientes, sin desperdiciar nada”, explica. Incluso, añade, si necesitas más de 24, puedes multiplicar ese número por dos, por tres y seguir ajustando la compra.
Otro ejemplo sencillo lo sitúa en una parada de autobús. Imagina que hay dos líneas que te sirven para volver a casa: una pasa cada 15 minutos y la otra cada 20. Si ambas salen a la vez desde su terminal, ¿cuánto tiempo tardarán en coincidir de nuevo en la parada? La respuesta, otra vez, es el mínimo común múltiplo: 60 minutos.
¿Para qué sirve el máximo común divisor?
Gozalo también explica el máximo común divisor. Imagina que quieres embaldosar un patio rectangular de 4,5 por 3,6 metros y no puedes cortar baldosas. Para no dejar huecos ni realizar cortes, necesitas saber qué tamaño de baldosa cuadrada te permite cubrir toda la superficie exactamente. La forma de resolverlo, explica, es calcular el máximo común divisor de ambas medidas convertidas a centímetros (450 y 360).
El resultado es 90, lo que significa que podrías usar baldosas de 90 por 90 centímetros. ¿Prefieres baldosas más pequeñas? Entonces puedes usar cualquier divisor de 90: de 45, de 30, de 15.
Y todavía ofrece un ejemplo más: tienes 210 gomitas y 70 chocolates para repartir en bolsas iguales entre los niños de una fiesta. ¿Cuántas bolsas puedes hacer sin que sobre nada? También ahí interviene el MCD.
El número máximo de bolsas es 70, con 3 gomitas y 1 chocolate por bolsa. Pero, como antes, puedes ajustar ese número utilizando otros divisores: hacer 35 bolsas con el doble de contenido, por ejemplo.
Por último, el divulgador lanzó una reflexión que va más allá del contenido matemático: “el problema no es que no sirva para nada, sino cómo nos lo contaron”, concluye. Para él, si estos conceptos se enseñaran con ejemplos prácticos desde el principio, muchas personas los retendrían mejor y, sobre todo, sabrían cuándo pueden necesitarlos.