Como en un buen guion de serie televisiva, de pronto un personaje (destacada actriz nacional) levanta la voz para reclamarle a su Presidente de la República por el abandono en que está la Cultura en Chile.

Un par de días después (manteniendo el ritmo dramático), un destacado actor aparece en los medios -justificadamente molesto- para decirle al Gobierno que sus promesas sobre apoyo a la Cultura han sido defraudadas.

Y luego, intensificando más la tensión narrativa, la Presidenta de ChileActores habla ante las cámara y micrófonos, denunciando las desatención que vive su gremio, cuando el Presidente encarnaba precisamente una gran promesa de cambio.

Buen ritmo dramático, buen timing

Es más, posteriormente el mismo mandatario cuestionado, aparece rodeado de actrices y actores en Palacio (durante el lanzamiento de un gran evento cultural), reiterando su compromiso y haciendo una especie de mea culpa íntima. Muchas fotos y discursos.

¿Gran cierre de la trama para este capítulo de la serie? No.

Quienes levantaron la voz lo hacían por algo grave y muy real. El Presidente Boric prometió una verdadera preocupación por atender la desmedrada situación -de años y años- en el mundo de la cultura. Además, demostró con gestos personales su interés por las artes y expresiones cultrales. Muchos confiamos, por cierto, en sus palabras.

Por eso la escena de Palacio no cuadra bien, no tiene verosimilitud ni coherencia narrativa, y eso es fatal en una puesta en escena.

Solo algunos de los confilctos dramáticos y plot points centrales de esta historia de carencias:

– Precariedad y saturación de trabajo en los equipos ministeriales y de servicios
– Rotación y fallos sistemáticos en los liderazgos del Ministerio de Cultura
– Presupuesto muy insuficiente -y a la baja por años- de los fondos de fomento
– Desprotección legislativa laboral y social para trabajadores de las artes y las culturas
– Una institucionalidad del sector superada por la historia
– Un canal público a la deriva y sin cumplir su rol de televisión pública

El Presidente Gabriel Boric por cierto posee un genuino interés por las Artes y las Culturas. Sus promesas las ha planteado de manera sincera. También es real que Chile tiene otros numerosos desafíos y urgencia en diversas áreas. Todo eso es verdad.

Pero, cuando en medio de un mundo en conflicto, además se desatiende el alma de una comunidad, de un pueblo, de una nación, se está tomando el camino equivocado. Cuando se concluye, una y otra vez, que si hay que recortar presupuestos y un área, se opta por… ¿adivinen cuál?

La cultura es nuestra esencia viva, nuestras raíces en movimiento. Es un espacio imprescindible de expresión, cuestionamiento de nuestros quehaceres, divertimento, catarsis y diálogo profundo. Un ejercicio vivo de memoria. Nos ayuda a ser, aún más en un mundo complejo y tensionado.

De nada sirve forzar un relato, si no está acompañado de hechos. Es lo que el Gobierno del Presidente Boric aún no hace, como visión de futuro y cumplimiento de su palabra.

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