Ahora que el proyecto de ley que reduce la jornada laboral a 40 horas semanales se convierte en ley, quienes somos responsables de la cotidianidad de los trabajadores en los lugares de trabajo mismos debemos analizar de qué manera enfrentar el desafío que este nuevo escenario planteará.

Y es que es necesario plantearnos cómo vamos a enfrentar la necesidad de distribuir de mejor manera las horas de trabajo, entendiendo la posible nueva ley como una invitación a que los colaboradores organicen mejor su tiempo, acorde a las tareas del día a día, y a todos a aprender a priorizar. Por otro lado, se hace necesario que quienes lideramos equipos de trabajo nos demos el tiempo de analizar cómo se está trabajando en las empresas y darnos cuenta de todas las ventajas que puede traer para el espacio de trabajo comenzar a trabajar sólo 40 horas.

Hace un par de años atrás, previo a la pandemia, no se podía ni imaginar la posibilidad de trabajar desde la casa, o de recorrer el mundo mientras se cumple con los deberes laborales y menos reducir en 5 horas la jornada laboral semanal, y ahora es una realidad más cercana de la que alguna vez se pudo pensar.

Incluso trabajar algunos días desde la casa y otros de la oficina, que para algunos sonaba como como una broma de mal gusto, pero que es una alternativa real y popular. Según el estudio “Más allá de la revolución híbrida: la paradoja del trabajo flexible en Latinoamérica” que realizamos desde WeWork, el 74% de las personas en Chile señala como una opción que incrementa su productividad, y su salud mental.

Por eso atreverse a cambiar de paradigma significa mirar más allá de la fórmula que vemos siempre y ser parte de los cambios que vive la sociedad en todo el mundo. Como toda apuesta nueva, es un riesgo, pero es bueno que nos atrevamos a correr.

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