El nuevo presidente de Irán, el ultraconservador Ebrahim Raisí, aseguró este jueves que las sanciones estadounidenses contra su país “deben ser levantadas” y que respalda las iniciativas para lograrlo.

“Apoyamos cualquier iniciativa diplomática que logre este objetivo (de eliminar las sanciones)”, subrayó Raisí en su discurso durante la ceremonia de toma de posesión como octavo presidente de Irán, en el que insistió en que el programa atómico iraní es “pacífico”.

La última ronda de negociaciones en Viena para restablecer el acuerdo nuclear de 2015 con Irán finalizó el pasado 20 de junio y, desde entonces, los contactos han quedado en suspenso ante el traspaso de poder en Irán.

“La política de presión y de sanciones no conseguirá disuadir a Irán de defender sus derechos legales”, dijo Raisí durante su juramento ante el Parlamento.

Las negociaciones tratan de encontrar un mecanismo para que EEUU regrese al pacto, que abandonó en 2018 -cuando impuso sanciones a Teherán- y que Irán vuelva a cumplir con todos sus compromisos del limitación de su programa atómico.

En su discurso, Raisí también se refirió a la capacidad militar de Irán y a su influencia regional, que EEUU y Europa quieren restringir, a lo que Teherán se niega.

“Nuestro poder en la región crea seguridad”, afirmó el presidente, quien defendió que esas capacidades “traen paz y seguridad en otros países”.

En esta línea, abogó por resolver las crisis de Oriente Medio mediante un “diálogo regional real” y sin injerencias extranjeras que, a su juicio, “no resuelven ningún problema”.

“Extiendo la mano a los países regionales”, dijo Raisí en su alocución, en la que reiteró que para su administración será “una prioridad” reforzar los lazos con los Estados vecinos.

En los últimos días se han registrado una serie de incidentes de seguridad que han afectado a varios barcos en el golfo de Omán y en algunos casos se ha responsabilizado a Irán, que ha negado su implicación.

La ceremonia de investidura se celebró dos días después de que Raisí fuera ratificado en el cargo por el líder supremo del país, Alí Jameneí, y tras ganar las presidenciales del pasado junio con casi un 62% de los votos.

Al acto de inauguración del clérigo rigorista como octavo presidente de Irán acudieron las principales autoridades políticas, legislativas y judiciales iraníes, así como representantes de más de 70 países.