“Fuimos los primeros en cerrar, y seremos los últimos en volver”. Ya van más de 16 meses desde aquella premisa planteada por la industria cultural en el marco de la crisis sanitaria del covid-19, pandemia que para el sector se tradujo en inactividad, escenarios cerrados, despidos, reducción de ingresos, reinvención laboral y, al mismo tiempo, en un motor artístico que no ha dejado de funcionar pese a su complejo contexto.

“Este es un gremio que ha estado siempre en una situación bastante inestable, principalmente porque no tenemos un estatus acorde a las labores que cumplimos. Nosotros en la actualidad caemos en el cuadro de lo que sería un “trabajador independiente”, sin embargo, además de eso, tenemos una intermitencia que le da otras características a nuestra labor”, cuenta a BioBioChile la actriz Gisel Esparsa, quien lleva más de dos años trabajando en la división del Biobío del Sindicato de Actores y Actrices de Chile (Sidarte).

En su rol, como integrante, secretaria, tesorera y presidenta regional del colectivo, la intérprete conoció de primera mano los problemas administrativos que trae en Chile el trabajo artístico.

“En pandemia, esa inestabilidad se profundizó: se develó el hecho de que el Estado de Chile no tiene forma para categorizarnos, y eso produjo que no hubiese una ayuda directa al sector más que por fondos de emergencia que fueron concursables. No hubo un método directo”, agrega.

Prueba de lo anterior, días atrás el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio lanzó oficialmente el primer Registro Nacional de Agentes Artísticos, Culturales y Patrimoniales, convocatoria en línea que busca dimensionar, identificar y caracterizar al sector de cara a una crisis sanitaria que está lejos de acabar.

Para Rodrigo Osorio, presidente de la Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales (SCD), se trata de “una realidad de crisis, que el tiempo desde luego no ha aminorado, ya que las condiciones en términos concretos se han mantenido invariables: los artistas siguen sin poder trabajar, los conciertos no han vuelto, y en esta fase 3 que se inicia en varias comunas, con un plan Paso a Paso que sigue siendo bastante restrictivo, lo cierto es que está muy difícil llegar a los aforos de 500 personas que figuran en el papel”.

“Los músicos y músicas han tratado de adaptarse, buscar por sí mismos las maneras de seguir adelante, sin ayudas específicas por parte de las autoridades. Después de 16 meses esta crisis continúa”, enfatiza el vocalista de Sinergia en diálogo con BioBioChile.

Para algunos, se trata de una medida tardía que llega tras más de un año de reclamos públicos y hasta protestas contra Consuelo Valdés, secretaria de Estado a cargo del ministerio. Para otros, es una prueba fehaciente del abandono que desde hace décadas azota al gremio cultural.

Reclamos y manifestaciones

Uno de los gritos de alerta más enérgicos del sector vino desde el Sindicato Nacional de Técnicos y Técnicas de Espectáculos (Sinteces), ente que en mayo pasado fue invitado a exponer en la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados en el marco de las duras consecuencias laborales de la pandemia.

En la instancia parlamentaria, Daniela Valenzuela, presidenta de Sinteces, compartió su balance al respecto: “Necesitamos poder volver a trabajar, no sólo porque es el sustento de nuestras familias, sino porque amamos profundamente nuestros oficios, y por lo mismo, no hay frase que nos haya hecho más daño en nuestra historia que aquella que dice ‘Por amor al arte’. Desvirtúa el conocimiento, la experiencia de lo aprendido, e invalida nuestra calidad de trabajadores, y muchas veces, se abusa de ese contenido emocional que está implícito en todo lo que hacemos”.

Luego, agregó con voz entrecortada: “Nosotros trabajamos para las personas, para despertar las conciencias y virtudes de todos quienes completan nuestra obra como audiencia. Sin ellos no hay arte, no hay espectáculo, no hay conexión, no hay provocación, no hay reflexión. La naturaleza de nuestro trabajo es anónima, porque nuestra misión es crear mundos paralelos de magia para la humanidad, y si nosotros nos vemos, no resulta. Pero no por eso permitiremos que se nos siga invisibilizando como trabajadores”.

“Somos parte fundamental de las familias creativas de todos los territorios, y volveremos a trabajar, gracias a su apoyo fundamental, pero esta vez, con dignidad”, finalizó Valenzuela, en una alocución que rápidamente se convirtió en viral.

Consultada por BioBioChile sobre los efectos de aquella intervención en el Congreso, la dirigenta reconoce: “Me emocioné… Lo que pasa es que la Comisión ha logrado conocer muy bien las cifras, los números de desempleo, de la gente que no ha adquirido acceso a los bonos, pero creo que era muy importante que conocieran visceralmente qué es lo que nos está pasando como personas, como trabajadores”.

Pero aquel no fue el único gesto desesperado de los trabajadores de la cultura por concitar la atención de las autoridades.

También en mayo pasado, decenas de actores se reunieron a las afueras del departamento de la ministra Valdés a modo de protesta contra su labor durante la pandemia.

El actor y director Alfredo Castro, la dramaturga y escritora Nona Fernández, la actriz y gestora cultural Alessandra Guerzoni, y el actor y locutor Héctor Morales, entre otros, encabezaron la manifestación frente al domicilio de la secretaria de Estado, donde colgaron de manera simbólica sus vestuarios.

“Estamos aquí ante el abandono y desprecio por parte de la autoridades políticas e instituciones culturales de nuestro país. Los actrices y actores de Chile cuelgan sus vestuarios en la puerta de la casa de la ministra en lo que denominan Acción#1, ¿el teatro muere?”, señaló Morales en la intervención, que tuvo lugar durante el Día Nacional del Teatro.

“¿Dónde está la memoria? Si dejamos de imaginar, dejamos de hacer historia. Un pueblo sin cultura es un pueblo sin memoria. Somos militantes de la belleza. Somos actrices y actores, somos trabajadores”, finalizó.

La respuesta oficial

Tras meses de silencio, días atrás Consuelo Valdés acusó el golpe y respondió las críticas recibidas por su gestión en el manejo de la crisis sanitaria. Sobre la protesta afuera de su residencia, sin embargo, fue enfática: “Se le faltó el respeto a una convivencia, a un espacio privado, yo vivo en una comunidad y ellos no tienen por qué tener esta experiencia. Fue inapropiado, injusto y no se inspira en los valores del respeto y el diálogo”.

En relación a la importancia del Registro Nacional de Agentes Artísticos, Culturales y Patrimoniales, reconoció: “Si hubiéramos contado con esa información antes de la pandemia, quizás podríamos haber activado más formas de apoyo. Esto nos va a poder servir para pedir más recursos”, comentó al diario La Tercera.

Sobre si la pandemia encontró al ministerio “mal preparado”, la ministra respondió con otra pregunta: “¿Quién estaba bien preparado? Faltaba información actualizada. Nosotros hicimos rápidamente un Fondo de Emergencia con los programas que sabíamos que no podían ejecutarse por la pandemia y definimos las líneas de apoyo. Hicimos una encuesta muy rápida para conocer las necesidades”.

“Aquí hay algo que he conversado con legisladores. Nuestro ministerio, a diferencia de otras carteras que tienen mecanismos para llegar con ayuda rápida, subsidios, bonos en caso de tragedia, no tiene herramientas de apoyo directo al bolsillo. Esta pandemia ha golpeado de manera muy dura al sector cultural. Hay personas que han vendido sus instrumentos, que han debido convertirse en pequeños negocios, delivery, eso no puede ser. A futuro, hay que pensar en una modificación para que nuestra cartera tenga herramientas para llegar rápido en caso de emergencia. Hemos entregado 64 mil millones de pesos, que han beneficiado a 11 mil trabajadores, pero es insuficiente”, dijo.

Consultada por la eficiencia de los fondos concursables ofrecidos, apuntó: “Ese es nuestro marco legal, hicimos la consulta a Contraloría buscando alternativas y no es posible legalmente. Dentro de ese marco, hicimos todas las modificaciones de las exigencias para agilizar procesos de concursabilidad, para que las postulaciones se hicieran rápido”.

Un problema social

Para Gisel Esparsa, del Sidarte, las ayudas gubernamentales comprometidas no son suficientes, y mucho menos a través de fondos concursables. Y si bien agradece la reactivación del ministerio, su diagnóstico va más allá de la coyuntura actual.

“Creo que efectivamente no nos ven, el Estado no nos ve, y particularmente este gobierno no nos ve. Porque siempre se nos categoriza como que estamos mayoritariamente por las ideas de izquierda en este sistema binario que tienen. Y de una u otra forma uno pudiese pensar, configurar ideas extrañas, de que fue una especie de venganza o de castigo: profundizar el soslayo y la indiferencia al gremio en pandemia”, confiesa.

“Nunca sabremos cómo hubiese sido si hubiese estado en el gobierno el otro lado, el otro sector político, no lo sé, pero hay una cosa con la sociedad en general que no nos ven. Pero de una u otra forma los acompañamos en todo este periodo pandémico: si no hubiésemos estado ahí, con nuestros trabajos grabados, hablo desde los grandes artistas hasta los que estamos en la base más territorial, la pandemia no se hubiera llevado de la misma manera… Esa puede ser una responsabilidad nuestra”, explica.

Para el presidente de la SCD, uno de los problemas mayores es el que se está gestando subterráneamente con la pandemia y sus cuarentenas, y del que ya se hizo cargo un estudio del Observatorio Digital de la Música Chilena en abril de 2020.

“En ese tiempo, un 56% de los músicos y un 59% de los otros profesionales de la industria, consideraban probable buscar una segunda fuente de ingreso no relacionada con el sector. Ya entonces además se proyectaba una fuga de talentos hacia otras fuentes laborales, la cancelación de proyectos que impliquen una cuota de riesgo, que es algo inherente a muchos proyectos creativos, y otros efectos no deseados. Si desde entonces no ha habido cambios significativos, es evidente que esas realidades no podían menos que acentuarse”, dice.

“Sé de colegas que lamentablemente han optado por dejar la música y de jóvenes que están pensando dos veces la opción de seguir esto como un camino profesional. El daño a largo plazo, finalmente, es para nuestra cultura”, advierte.

Desde las artes escénicas, Esparsa agrega: “Hubo compañeros que se pusieron a hacer delivery, Uber. Muchos se salvaron, me incluyo, trabajando con temas de pedagogía artística que no se cortaron, porque los artistas dieron la pelea en eso… Quienes la han visto más complicada, son nuestros compañeros extranjeros, que han quedado al margen de todo. No pueden boletear, no pueden hacer nada. Sólo pudieron recibir las canastas familiares que se gestionaron a través del municipio”.

Para el vocalista de Sinergia, no se trata de “discriminación”, sino de “incomprensión respecto del rol de los y las artistas en general, así como de la naturaleza de nuestro trabajo”.

“Quizá haya quienes piensen que las labores creativas están más ligadas a lo informal, lo individual, y que desde ahí haya quienes las puedan ver como ‘no esenciales’, para usar un término en boga. Pero lo cierto es que las artes, la cultura y los espectáculos son un sector importantísimo de la economía, y generan mucho empleo, además del aporte invaluable que hacen a la identidad, el patrimonio, e incluso el ánimo y la salud mental de las personas, que tan necesario es resguardar en un momento como éste”, agrega.