El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dio un primer paso concreto este lunes para acabar con la grave crisis que sacude al país desde hace 11 días, al aceptar reunirse el miércoles con los representantes de los manifestantes que exigen su dimisión.

Por su parte, el presidente turco, Abdulá Gul, promulgó este lunes una controvertida ley que limita la venta y el consumo de alcohol. Muchos de los manifestantes la convirtieron en el símbolo de la deriva autoritaria y de la voluntad de Erdogan de querer “islamizar” la sociedad turca.

Después de una nueva jornada de movilizaciones principalmente en Estambul y Ankara, el jefe de gobierno sorprendió al anunciar su primera reunión con aquellos a los que la víspera definía de “extremistas”.

“Nuestro primer ministro ha concedido una audiencia a varios de los grupos que encabezan esas protestas. Creo que se reunirá con algunos el miércoles”, declaró el vice primer ministro, Bulent Arinç tras el consejo de ministros.

“Ellos recibirán un panorama de los hechos y el primer ministro escuchará lo que piensan”, añadió Arinç, sin precisar el nombre de los grupos.

Sin embargo, el portavoz no tardó en adoptar de nuevo un tono mucho más firme al indicar que “las manifestaciones ilegales no serán toleradas en Turquía” sin dar más detalles.

Tras un fin de semana marcado por las manifestaciones más multitudinarias hasta el momento en varias grandes ciudades del país al grito de “¡Tayyip, dimisión!”, varios miles de personas se volvieron a congregar este lunes por la noche en Estambul, en la plaza Taksim, y en el centro de Ankara, la capital.

“Vendremos aquí todos los días después del trabajo. Esto no se detendrá”, prometió Can, un responsable comercial de 30 años cerca del parque Gezi, cuya anunciada destrucción dio comienzo a la movilización.

La violenta intervención de la policía el día 31 de mayo por la mañana para desalojar a los manifestantes que ocupaban el parque, provocó enfrentamientos que se transformaron luego en el mayor movimiento de protesta contra el gobierno islamista conservador, en el poder desde hace una década.

El domingo, Erdogan endureció su tono frente a la protesta. A lo largo del día, llegó a arengar hasta en seis ocasiones a sus seguidores, saturando el espacio mediático.

“Los que no respeten al partido en el poder en este país pagarán un precio”, dijo el líder turco en Ankara ante una multitud. “Si continúan así, utilizaré el lenguaje que entienden porque mi paciencia tiene límites”, añadió.

Seguro del apoyo de una mayoría de turcos, el primer ministro pidió a sus seguidores “dar una lección” de democracia a los manifestantes en las próximas elecciones municipales de 2014.

En 2011, su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), salido de un entorno islamista, obtuvo el 50% de los votos. El último sondeo del Pew Research Center realizado el pasado mes de marzo otorgaba al primer ministro el 62% de votos a favor.

Muy sensible a los acontecimientos y al tono empleado por el jefe de gobierno, la bolsa de Estambul cerró este lunes de nuevo a la baja (-2,48%), antes del anuncio de la reunión entre Erdogan y representantes de los manifestantes.

El AKP anunció la celebración el próximo fin de semana de dos reuniones públicas, el sábado en Ankara y el domingo en Estambul, oficialmente para lanzar la campaña del partido para las elecciones municipales del año que viene.

A pesar de la preocupación mostrada por ciertos países, los organizadores de la 17 edición de los Juegos Mediterráneos, previstos entre el 20 y el 30 de junio en Mersin (sur), anunciaron este lunes que se celebrarán como está previsto, a pesar de la agitación política actual.