Inmerso esta temporada en un peculiar pulso con el técnico portugués del Real Madrid José Mourinho, Josep Guardiola ha conservado sus señas de identidad, la deportividad y la elegancia, para conducir al Barcelona a un nuevo título en la Liga de Campeones.

Educado, siempre correcto y con unas formas impecables, el DT catalán es presentado a menudo como la antítesis de Mourinho, mucho más amigo de la polémica, las declaraciones altisonantes y las batallas en la prensa contra cualquier tipo de enemigo.

En un final de temporada con cuatro ‘Clásicos’, dos de ellos en las semifinales de la ‘Champions’, el duelo Guardiola-Mourinho se vivió en la prensa española de manera apasionada y el portugués, crítico con los arbitrajes, lanzó mensajes de todo tipo a través de los medios de comunicación.

En uno de esos intercambios, antes de la ida de semifinales, Guardiola pareció perder los nervios por primera vez, llegando a calificar como “puto amo” de las ruedas de prensa al portugués, por su dominio de los medios de comunicación para lanzar sus mensajes.

“En esta sala es el puto jefe, el puto amo. Fuera, él ha ganado. Ha ganado durante todo el año. Le regalo su ‘Champions’ particular fuera del campo”, comentó en una rueda de prensa que provocó sorpresas por las formas utilizadas por el entrenador azulgrana, habitualmente correcto y sosegado.

Pero hasta ahí llegó la guerra con Mourinho. Guardiola siempre quiso hablar en el campo, con su constelación de estrellas, y su modelo, con los títulos español y europeo en la misma temporada, parece haber funcionado a la perfección.

En su etapa de jugador, Guardiola ya era conocido por su elegancia como organizador en el centro del campo, por su condición de líder natural sobre el césped y por su educación ante los periodistas, lejos de las maneras más rudas de otras estrellas de la época.

Con el Barça fue campeón de Europa en 1992, en el viejo Wembley, y jugó en el Camp Nou de 1990 a 2001, cuando inició un periplo final por el extranjero, primero en Italia (Brescia, Roma) y luego en Qatar (Al Ahli Doha) y México (Dorados de Sinaloa).

En su etapa como jugador, a las órdenes de Johan Cruyff, vivió los años del ‘Dream Team’ de principios de los noventa, el equipo que ganó con buen fútbol cuatro Ligas españolas y la primera Copa de Europa, y eso dejó huella en Guardiola, que ha intentado seguir la misma filosofía de juego.

Como entrenador inició su camino en el equipo B del Barcelona, el de las jóvenes promesas, y en 2008 fue designado como DT del primer equipo, como sustituto del holandés Frank Rijkaard, que había conseguido en 2006 el segundo título europeo para el equipo.

Desde entonces, el camino ha sido triunfal, logrando dos Ligas de Campeones, tres Ligas españolas, una Copa del Rey, un Mundial de Clubes… Y ante todo, una seña de identidad: el buen fútbol y una imagen impecable para un equipo plagado de dioses del balón.

Su futuro es la mayor incógnita. Él siempre ha querido ir firmando renovaciones de año en año y en una reciente entrevista en Italia dejo entrever una posible marcha a corto o medio plazo, pero él nunca ha confirmado ese extremo, a pesar del interés de Chelsea, Inter y otros gigantes mundiales.