Las autoridades instaladas por el Ejército reprimen toda disidencia y pisotean los derechos humanos a una escala inédita, tres años después de la revuelta que apartó del poder a Hosni Mubarak, afirma este jueves Amnistía Internacional.

La organización de defensa de los derechos humanos publicó un informe sobre Egipto casi en vísperas del tercer aniversario, el próximo sábado 25 de enero, de la revuelta popular que derribó a Mubarak.

Su sucesor, el islamista Mohamed Mursi, elegido en junio de 2012, fue destituido y encarcelado el 3 de julio de 2013 por el Ejército, que se apoyó en el descontento de gran parte de la población. Desde entonces, el país está profundamente dividido y atrapado en un engranaje de violencias mortíferas.

“Egipto ha vivido estos últimos meses una serie de atentados perjudiciales para los derechos humanos y violencias por parte del Estado, de una magnitud sin precedentes”, estima Hasiba Hadj Sahraui en el informe, mientras que las nuevas autoridades reprimen a los seguidores de Mursi y consideran “organización terrorista” a los Hermanos Musulmanes.

“Las reivindicaciones de la Revolución del 25 de Enero en materia de dignidad y respeto de los derechos humanos parecen más inaccesibles que nunca, tres años después”, deplora.

Desde el 3 de julio, han muerto en las violencias 1.400 personas, en su gran mayoría seguidores de Mursi y “la mayoría debido a un uso excesivo de la fuerza por los servicios de seguridad”, afirma el ONG.

Amnistía subraya que mientras las autoridades no cambien de actitud, “las cárceles de Egipto se llenarán de personas detenidas de manera ilegal, y sus morgues y hospitales de víctimas de la fuerza abusiva y arbitraria ejercida por la policía”.

Sahraui subrayó que las autoridades también han detenido a artífices de la revuelta antiMubarak y deploró que las consignas sean “represión e impunidad”.

Las autoridades deben “permitir las manifestaciones pacíficas y las otras expresiones legales del descontento”, estimó la subdirectora de Amnistía para Oriente Medio.

La ONG deploró también los ataques contra los periodistas y la libertad de prensa. Sahraui agregó que la justicia se está utilizando como un “instrumento de represión”.