El auge de la sexualidad y la constante búsqueda por experimentar nuevas sensaciones, orgasmos y mayor excitación, ha provocado que hoy muchas personas se atrevan a probar mecanismos que los hagan vivir el acto sexual en plenitud. La idea es que el clímax máximo se apodere del encuentro y se logre ese estímulo tan esperado por quienes se consideran adictos al sexo.

Por esta razón, el uso de alcohol y accesorios sexuales ha sido desplazado por algunos que prefieren la famosa “droga del amor”, más conocida como Popper, un estimulante que promete llevar a la cima de la lujuria, provocando un desenfreno total al momento del acto carnal.

Hay que indicar que el popper es una droga inhalante, la cual se compone de tres tipos de nitrito: amilo, butilo e isobutilo. Es una especie de líquido incoloro, donde el nitrito de amilo y otros alquilnitritos suelen aspirarse aumentando así el placer sexual al momento del encuentro mismo.

“Al tratarse de una sustancia volátil, su efecto consiste en relajar la musculatura plana del organismo actuando como un potente vasodilatador. El esfínter del ano y la vagina representan un musculo liso, por lo que el consumo de este narcótico facilita al 100% la penetración, produciendo así mayor goce sexual”, manifestó Patricia Toledo, Psicóloga especialista en rehabilitación y consumo de drogas y docente de Universidad San Sebastián.

Siebrand (CC) Wikipedia

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¿Quiénes son adictos a esta sustancia?

En un principio, específicamente en los años 70 cuando se hizo conocida esta droga, cuyo uso se asoció directamente a comunidades homosexuales por los efectos que producían al momento de los encuentros carnales. No obstante, hoy en día su consumo se ha masificado a todos los géneros y clases sociales, siendo la web la mayor vitrina para la venta de este alucinante.

Su larga historia de uso, se debe en parte a la ráfaga de sensaciones agradables, mareos y risas que produce la inhalación de sus vapores, aspiración que dura como máximo dos minutos.

El portal de noticias de bienestar Salud 180 indica que el popper puede causar efectos adversos, como daños neurológicos o alteraciones temporales de la visión.

“Asimismo, su constante inhalación ocasiona una pérdida del conocimiento; confusión mental, convulsiones, vértigo, dolor de cabeza, sudoración, náuseas, vómitos y enrojecimiento del rostro. Si se traga o aspira accidentalmente el líquido, se pueden ocasionar graves daños e incluso la muerte”, sostuvo la profesional.

Por dicha razón no se recomienda su uso, pero lo cierto es que quienes utilizan este tipo de sustancia suelen no medir los riesgos asociados a su inhalación y sólo se conforman con esa breve sensación de frenesí y desinhibición que dura algunos segundos, olvidándose de las consecuencias irreversibles asociadas a su uso prolongado.

Es importante afirmar que algunos estudios han demostrado que el poppers reduce el funcionamiento del sistema inmune por varios días después de su uso y por lo mismo, resulta más fácil contagiarse de alguna enfermedad de transmisión sexual.

Además, su inhalación representa un riesgo extra para aquellos individuos que cuentan con sistemas inmunes deprimidos, enfermedades cardíacas, problemas sanguíneos, anemia o embarazos.

Una investigación de la comisión de seguridad para los productos de consumo estadounidense respecto a las normas de empaquetado de 1983 afirmó que no hay datos disponibles que indiquen un riesgo de daño personal o enfermedad por el abuso de inhaladores en espacios cerrados. Pese a ello los dolores de cabeza, mareos y posibles erecciones temporales, son síntomas propios de la metahemoglobinemia.

Columbia pictures

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¿Cómo tratar una posible adicción al sexo con Popper?

En primer lugar hay que diferenciar algunos conceptos, la dependencia a una sustancia y la adicción al sexo, que pueden ser de carácter físico y/o psicológico.

Hay que indicar que el popper produce dependencia psicológica en quienes lo consumen. Tales individuos al carecer de este estimulante, sentirán un vacío que los llevará a pensar que su encuentro sexual será insatisfactorio.

Es importante señalar que este narcótico genera una tolerancia, la cual es producida por el consumo de drogas de manera continuada. De este modo, el organismo se habitúa, creando la necesidad de aumentar la dosis de manera progresiva para conseguir los mismos efectos o resultados.

Por lo tanto, los tratamientos apuntan más que al manejo de síndrome de abstinencia, a una psicoterapia para recobrar el sentido de la relación y de la capacidad de disfrutar el sexo sin necesidad de acceder a drogas para un mayor placer. Si este estimulante es utilizado en parejas, se aconseja tener una terapia matrimonial para superar en conjunto la adicción.

“Procedimientos que deben ir acompañados de bastante educación en el tema, gracias a los cuales se podrá conocer a plenitud los efectos nocivos que produce su uso permanente”, concluyó la especialista.