Una selección de los trabajos más importantes de la artista podrá verse en el Museo de Artes Visuales (MAVI) hasta el 15 de julio.

“Las ideas me vienen como un relámpago, con urgencia. Entonces ataco directamente la superficie. El dibujo me fundamenta. Emprendo la acción y el color general. A veces, el trabajo se apodera de la idea y hay que escucharlo, da voces”, declara la artista.

La memoria y la infancia, las citas a artistas, la pintura y la historia del arte, la mujer y la muerte, son algunos de los temas recurrentes en la obra de la artista chilena de origen español Roser Bru, que es objeto de una amplia revisión en el Museo de Artes Visuales (MAVI).

La muestra comprende pinturas, grabados y dibujos que van desde sus inicios hasta las últimas obras realizadas este año.

El retrato ha sido el género que más ha cultivado la artista para plasmar sus principales preocupaciones, y que conforman los grandes ejes temáticos de su obra y de esta exposición: por un lado, el exilio y la condición política, por el otro, la condición femenina y el carácter combativo de la mujer a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Las obras más políticas, realizadas en la tumultuosa década de los 80 en Chile, tienen como base documentos de periódicos, fotografías y fotocopias de desaparecidos. La artista dibuja con señales esquinadas de luto, y añade fechas.

Nacida en Barcelona, España, Roser Bru vivió las experiencias de la República Española y la guerra civil. Tras la victoria de Franco, huyó al exilio hacia Francia, y con su familia viajan como refugiados a Chile en 1939, en el barco Winnipeg.

En Santiago, estudia en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Desde 1958 realiza exposiciones individuales en Santiago, Barcelona, Madrid, Ibiza, Ciudad de México, Buenos Aires y Río de Janeiro. Sus obras se encuentran en museos de Nueva York, Río de Janeiro, Berlín, Santiago y Barcelona.

Sobre lo femenino, la artista declaró hace ya una década: “Desde los años puedo mirar –a veces de reojo– la extensión de mi trabajo. Hay temas que no cesan; uno es el cuerpo de la mujer. La modificación en ella, ‘la mujer que aguanta’, como cariátide, entre el suelo y el límite. Es lo que la ‘mujer-pueblo’ hace en Chile: aguantar la vida, criar hijos, trabajar, y todavía acoge al hombre que transita”.

Bru ha conferido a la sandía el estatus de símbolo de la mujer, trazándola en el triángulo de su cuerpo y fertilidad, y ha homenajeado, a través de su obra, a artistas mujeres como Frida Kahlo.

Para ella, el retrato ha servido para conectarse con los artistas que más admira. Es así como ha creado una “galería de Destinados”, personajes que, como una suerte de mesías, han venido a este mundo a cumplir un propósito, a dejar un legado, porque habían sido “escogidos” para ello: César Vallejo, Federico García Lorca, Miguel Hernández. Gabriela Mistral, Virginia Woolf –y su proceso de destrucción, desde sus fotografías y la escritura-, Kafka, Edith Piaf, Frida Kahlo, Man Ray, Rimbaud y su mirada imborrable.

Bru también ha elaborado grabados y dibujos inspirados en obras de Velázquez, a quien considera un “cronista ejemplar de una sociedad donde conviven enanos e infantes”, y en la comprometida obra de Goya, su uso de las palabras y los títulos.

Elementos como la memoria, su fragilidad y su incapacidad de recomposición total han sido el hilo conductor de su producción. En este sentido, vuelve una y otra vez al pasado y revisa constantemente la memoria.

Valdés describe la pintura de Bru como “meditativa, atenta al dolor y a la muerte”. “Podemos seguirle la pista al hilo de la vida en muchísimas obras de Roser Bru, como podemos seguir su sentido de la belleza más cotidiana, la de la mesa, el pan, los frutos de la tierra”, señala Adriana Valdés.

Martes a Domingo: de 10:30 a 18:30
José Victorino Lastarria
Plaza Mulato Gil de Castro
Santiago, Chile
(56-2) 638 35 02 / 664 93 37