A menos de cien días de que comiencen los Juegos Olímpicos, apenas cinco anillos de flores en un parque les recuerda a los londinenses la avalancha que se les viene encima. Nada de bombardeo publicitario por televisión, ningún cartel caminero o gigantografías en las calles. La ciudad sigue exactamente igual, como si los organizadores no quisieran asustar (o advertir) a sus residentes de tamaño trastorno que vivirán durante un mes.

A ningún comité organizador le vienen bien encuestas ciudadanas que revelan el desinterés local por el mayor evento deportivo del mundo. Más todavía cuando ésta es la primera vez que la ciudad gana la sede: En 1908, Londres contestó un llamado desesperado del COI, cuando la erupción del Vesubio destruyó Nápoles y los recursos de los Juegos de Roma se redestinaron a la reconstrucción. Londres salvó la situación por segunda vez luego del término de la Segunda Guerra, en 1948, cuando en una Europa destruida era imposible encontrar una ciudad dispuesta a hacer el gasto. En los llamados “Juegos de la austeridad” se alojaron a los deportistas incluso en barracas militares.

Y aunque Inglaterra siempre ha sido un país algo ajeno al resto de Europa, la crisis económica de ese continente también es una amenaza que el Comité Local trata de capear con la discreción actual. Sólo el Parque Olímpico da cuenta de la enorme inversión de Libras. El resto de la ciudad no se ha tocado, sigue siendo el Londres de siempre, bellísimo, fotografiado, florecido. Una ciudad que espera en total entrega el colapso vial venidero, porque no tiene solución; no hay espacio para agrandar calles o para una vía olímpica exclusiva y el metro asoma como el más eficiente, y tal vez único salvavidas.

Como sea que se lo tomen los ingleses, estos particulares Juegos Olímpicos son un trago que debe ir con la aspirina al lado. Sobre todo porque la cantinela de los réditos económicos no termina de convencer a una población residente mezclada constantemente con viajeros. Londres no necesita la publicidad de los Juegos para darse a conocer y atraer turistas, ya tenía uno de los estadios más famosos del mundo, el más tradicional de los Gran Slam de tenis, reina, príncipes y duquesas, palacios, el Big Ben y los buses rojos de dos pisos. Por nombrar solo algunos de sus imanes.

Por lo mismo, porque no los necesitan, es que se le tienen fe a los Olímpicos en Londres. A pesar de caídas tan evidentes como las mascotas oficiales, por lejos las más feas en la historia de los Juegos, dos especies de ciclopes que no serán ni de cerca los superventas que fueron, por ejemplo, los tres peluches de Guadalajara 2011. Pero se le tienen fe porque en la serenidad de saber que con o sin el evento, Londres seguirá siendo una de las capitales del mundo, ya tienen todo listo y entregado, faltando sólo los testeos finales a los sitios de competencia. En otras versiones, el cemento aun no había fraguado cuando se estaba encendiendo el pebetero.

Los ingleses cumplieron con todos los plazos, y en algunas sedes, se adelantaron incluso al reloj. Una garantía que pocos comités locales han ofrecido. Y además aprovecharon sus entornos para darle el toque histórico que le faltó, sin ir muy atrás, a Beijing 2008: la capital china tuvo que construir todo, pero nada cerca de algún palacio, o de la propia muralla. La historia y tradición asiática quedaron fuera al ubicar todo el deporte en el Parque Olímpico que, aunque fantástico con el Cubo de Agua y el Nido, carecía de identidad. En Londres, el triatlón se correrá en Hyde Park, la maratón terminará frente al palacio de Buckingham, Wembley es número fijo, y Wimbledon servirá frutillas con Champaña dos veces en un mismo año. Tanta historia encima de los Juegos no puede más que traer beneficios, cercanía y ahorro en promoción. Londres 2012 está así en carrera para convertirse en la cita más elegante desde Barcelona 92.

Soledad Bacarreza es ex Atleta, Psicóloga y Comentarista Deportiva de vasta trayectoria por importantes medios nacionales. Ha participado en coberturas de grandes eventos como Juegos Olímpicos y Panamericanos. Actualmente integra el equipo de Bío-Bío Deportes.