En la pequeña parte de la Antártica donde la nieve se derrite en primavera, musgos, líquenes y pastos crecen junto a moscas y ácaros, y las colonias de microorganismos que se han alimentado y reproducido durante millones de años.

“La densidad es igual a, o mayor, que la densidad que se halla en lugares templados e incluso tropicales”, declaró a la AFP Peter Convey, de la British Antarctic Survey, experto en ecología terrestre en el continente blanco y coautor de la investigación publicada el miércoles en la revista científica Science Advances.

La rica biodiversidad de la Antártida está preservada por un antiguo equilibrio de frío extremo y el aislamiento de una masa terrestre rodeada por poderosas corrientes oceánicas.

Pero los miles de investigadores y los cerca de 50.000 turistas que lo visitan cada año amenazan con romper este equilibrio, trayendo consigo plantas e insectos. Un tipo de pasto, Poa annua, ya echó raíces en algunas de esas islas remotas. Dos moscas también fueron importadas por humanos.

Algunas especies logran volar o llegar por otros medios naturales desde la punta de América del Sur, a unos mil kilómetros de distancia, pero estas migrantes no se quedan.

Los científicos argumentan que el cambio climático provocado por los humanos facilita que las especies invasoras se establezcan, a pesar de que ese continente se está calentando a un ritmo más lento que otras partes del planeta.

“El cambio climático reduce la barrera para su ingreso, lo que facilita la entrada y reduce los problemas que impiden su instalación”, explicó Convey.

“La conclusión es que los humanos traen el 99% (de las especies invasoras) y superan con creces cualquier proceso natural”, señaló Convey, quien puede nombrar alrededor de unas 100 que han llegado en los últimos dos siglos.

Al ritmo actual de calentamiento, el área de tierra sin hielo permanente en la península antártica aumentará en 300% en el próximo siglo, auguran los científicos.

Eso significa que cualquier especie invasora tendrá mucha más tierra para colonizar, dijo el científico, o por ejemplo, especies locales de insectos deberán enfrentar a los invasores. El efecto exacto es difícil de predecir.

Y aunque el debate actual se centra en el deshielo del continente, los autores del informe advierten que otras actividades humanas, “particularmente las de explotación marina histórica, el cambio en el uso de la tierra e invasiones biológicas, “tendrán, en realidad, un impacto mucho mayor en los ecosistemas antárticos que el cambio climático en sí mismo”.