Debido a la falta de tiempo o por altos niveles de ansiedad, algunas personas suelen comer rápido. Sin embargo, “devorar” un plato en pocos minutos puede traer graves consecuencias para tu organismo.

En primer lugar, debes considerar que el proceso digestivo comienza con la trituración de los alimentos, por lo que si te saltas ese paso, puedes alterar tu digestión, sufrir molestias estomacales e incluso generar otras patologías.

En este contexto, un estudio de la Universidad de Hiroshima en Japón, descubrió que las personas que comen rápido tenían un 11,6% más de probabilidades de desarrollar un síndrome metabólico: riesgo de obesidad (alrededor de la cintura), presión arterial alta, niveles altos de grasas malas (triglicéridos) y altos niveles de azúcar en la sangre después de un período de ayuno.

Riesgos de obesidad y diabetes

Según el estudio, “devorar” los alimentos provoca un mayor riesgo de obesidad en el futuro. Eso debido a que el estómago no tiene tiempo para decirle al cuerpo que se está “llenando”, ocasionando que comas más de lo necesario.

“Cuando las personas comen rápido, tienden a no sentirse satisfecha y es más probable que coman en exceso. Comer rápido provoca una mayor fluctuación de la glucosa, lo que puede provocar resistencia a la insulina”, precisa el autor del estudio y cardiólogo Takayuki Yamaji, según destaca la revista especializada Live Science.

Por otra parte, un estudio de la Sociedad Europea de Endocrinología, destacó a la diabetes como una de las posibles consecuencias de la ingesta rápida de alimentos.

Las personas que devoran su comida tienen dos veces y media más probabilidades de sufrir diabetes tipo 2 que las que se toman su tiempo“, precisa el estudio que comparó a 234 pacientes recién diagnosticados, con 468 personas que estaban libres de la enfermedad.

“Comer más lentamente puede ser un cambio de estilo de vida crucial para ayudar a prevenir el síndrome metabólico”, asegura Yamaji.

Riesgo de enfermedades cardíacas

Asimismo, los resultados de la investigación de la Universidad de Hiroshima, demostraron que el grupo de comedores rápidos había desarrollado la mayor proporción de síndrome metabólico, lo que los ponía en grave riesgo de padecer enfermedades cardíacas y accidente cerebrovascular.

“Esto es un recordatorio de que muchos de nosotros tenemos estilos de vida agitados que pueden incluir comer rápido en el escritorio durante la hora del almuerzo o con prisas para ir a casa“, señala Jeremy Pearson, director médico asociado de la British Heart Foundation.

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Reflujos

Otra de las consecuencias de no masticar los suficiente, es que los alimentos fluyen rápidamente hacia el estómago y en grandes cantidades, generando reflujos ácidos. Asimismo, puede provocarte una indigestión, ardor en el estómago, náuseas, dolor abdominal y dificultad para tragar.

Del mismo modo, esta práctica puede derivar en una aerofagia, un fenómeno fisiológico producido por la ingesta excesiva de aire que provoca hinchazón, eructos, e incluso dolor abdominal.

Perder las propiedades de los alimentos

Comer lentamente y triturar adecuadamente los alimentos, también es necesario para absorber todos sus nutrientes. “Un buen ejemplo son las semillas, como la chía o el sésamo”, explica Monste Folch, nutricionista del Centro Médico Teknon, al diario electrónico La Vanguardia.

“Estas están cargadas de buenas sustancias, pero si no las trituramos bien se desprenderán a través de las heces sin que aprovechemos sus beneficios”, alerta la especialista.

Cabe señalar que la lista de inconvenientes es más extensa de lo que crees. “Si los azúcares de absorción rápida, tales como pastas, arroces, legumbres y fruta, no se absorben adecuadamente pueden fermentar, provocando malas digestiones”, concluye Folch.