¿Qué se debe entender por autoridad docente? No existe necesariamente un consenso en este tema. Más bien, existen propuestas distintas que se detienen en variados elementos de la relación entre profesorado y estudiantado.

Podemos, sin embargo, converger en la propuesta de Sennet (1982), quien señala que se trata de un vínculo entre personas desiguales (dado que uno manda y otro obedece).

Pero, a diferencia del poder o la coerción, lo que sostiene este vínculo es el componente volitivo; por lo tanto, lo que produce y sostiene el lazo es el reconocimiento recíproco, no solo de quien se subordina al otro.

Distintos autores han reparado en esta característica de la autoridad docente; se señala que supone respetar a otro y el respeto -como virtud en sí misma- se obtiene por medio de la empatía.

La polémica gira de estudios

En el caso de la “gira de estudios” del Colegio Alemán en Punta Arenas y la desobediencia de los estudiantes con su docente (al comprar drogas y tener actitudes de riesgo para este grupo), nos preguntamos: ¿Por qué es necesaria la autoridad docente?

Principalmente, porque impacta en el clima y la convivencia escolar. Las interacciones en este nivel, que emanan del imaginario social, son especialmente relevantes. De hecho, el valor de la relación entre profesores y estudiantes ha sido objeto de estudios nacionales e internacionales, dado los efectos que tiene en términos de bienestar y salud mental, tanto de los docentes como de los alumnos, y de su satisfacción laboral y su permanencia en la profesión.

¿Cómo puede la comunidad educativa fomentar la autoridad docente?

Hay un debate interesante planteado aquí, porque investigaciones de los últimos años, como la de Foladori y Silva (2017), sugieren que la estructura de la escuela moderna, que se ha enfocado en promover la igualdad, deviene en una descentralización del poder como se conocía hace 30 años.

En este marco, el rol de los profesores ha cambiado con el tiempo; el papel de la escuela y de las dinámicas internas también.

En concreto, algunas estrategias que pudiese adoptar la comunidad educativa en su conjunto incluyen, en primer lugar, la comunicación con estudiantes y padres, y aquí es importante no solo comunicarse sino alinearse y mantener un discurso común.

Los apoderados son centrales en este eje, en asegurar que sus hijos respeten a sus profesores. Algunas acciones preventivas se podrían orientar a la regulación del reglamento de convivencia escolar, para así fortalecer el clima escolar y asegurar un ambiente bien tratante para todos aquellos que componen la comunidad; e implementar estrategias asociadas al apoyo emocional para estudiantes y profesores.

A nivel de política pública, tenemos un desafío por delante en Chile: no existe una ley que proteja a los profesores de violencias o agresiones. La Ley 20.536 Sobre Violencia Escolar se enfoca en prevención de violencia física o psicológica entre y hacia estudiantes.

El concepto de autoridad docente se encuentra actualmente vigente, pero se experimenta de manera distinta en este período.

En el 2009, Mark Fisher hablaba sobre la presión a la que se ven sometidos los profesores, enfrentados a esta dualidad de disciplinar y proveer apoyo emocional a los estudiantes en un espacio en que vemos que las estructuras sociales se encuentran en un momento de tensión.

Como señalé antes, autoridad docente y respeto van de la mano. Y el respeto es una condición básica de la convivencia social, algo que sin duda se extiende al plano educativo, por lo que es un desafío para todos nosotros, docentes, apoderados, directivos y estudiantes.

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