La ayuda internacional llegada desde distintos puntos de Latinoamérica, Estados Unidos y España se ha convertido en pieza esencial para combatir los incendios forestales aún en activo de Chile. Mientras, desde Alemania a China, desde Honduras a Rusia, la ayuda para los damnificados por el devastador terremoto que sacudió la zona fronteriza entre Turquía y Siria y que ha causado ya más de 20.000 muertos sigue fluyendo: incluso EEUU ha levantado sus sanciones financieras contra el régimen sirio para permitir la llegada de donaciones. ¿Qué hay detrás de esta práctica humanitaria?

Chile, Turquía y Siria son las más recientes víctimas de desastres que han consternado al mundo, motivando la llegada de ayuda internacional desde todo el globo. Este apoyo llega en distintas formas, desde víveres, ayuda económica o humana, hasta logísticas y de coordinación.

“Es una reacción ante una emergencia que excede la capacidad del país afectado para enfrentarla y motiva a la comunidad internacional a reaccionar y enviar recursos, para aliviar o ayudar a mitigar el impacto de la catástrofe”, explica el analista internacional Juan Toro, director de Anthena Lab, acotando que no es necesario para ello un acuerdo previo ni afinidades políticas entre los gobiernos involucrados.

Aunque sí pasa generalmente que un país afectado haga un llamado “o contacte países que tienen unidades especializadas en la atención de desastres, como es el caso de España, que tiene una unidad militar de emergencia”.

“O puede que los países también, por su propia motivación, contacten al país afectado y le ofrezcan algún tipo de capacidad necesaria. Entonces, esto funciona por estas vías y dado la recurrencia de todo tipo de catástrofe, se ha vuelto más común que los países ejerzan este tipo de diplomacia cooperativa”, acota.

Observa también que, generalmente, “es casi que más bien una oportunidad para dejar a un lado las diferencias y afinidades políticas para entregar ayuda apelando más bien a razones humanitarias que no tienen nada que ver con distintas posturas. Lo que sea para mitigar los impactos en las víctimas, aliviar el sufrimiento de la gente”.

Por ejemplo, actualmente la ayuda está llegando a Turquía pese a las diferencias y reparos que suscita el mandatario Recep Tayyip Erdoğan. En este esfuerzo “pragmático” se ha incluido también Grecia, que mantiene disputas fronterizas con el país afectado, por reservas de gas en el Mediterráneo.

En Siria, por otro lado, la dictadura de Bashar al-Ássad, no tiene control sobre todo el país, y parte del territorio afectado está bajo fuerzas opositoras o en algunos casos hay presencia de fuerzas turcas”, por lo cual la llegada de ayuda se ha hecho más compleja, tardando varios días, hasta este pasado jueves, en arribar.

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En cualquier caso, no solo la falta de ayuda puede ser un problema, sino también el exceso de ésta o la elección inoportuna de los métodos. “En general, lo que a veces ocurre también es que cuando todos corren a ayudar, se produce también cierta descoordinación, como cuando los países empiezan a entregar ayuda y frazadas en verano, cuando lo que se necesita son botellas de agua”, ejemplifica. Por ello, y dada la recurrencia de emergencias, el analista sugiere que “sería bueno que hicieran planes regionales de reacción ante catástrofes para que los países sepan con qué capacidades cuentan”.

“Las catástrofes van a seguir ocurriendo. Lo que pasa es que como no tienen un patrón identificable en el tiempo, básicamente no son predecibles, por eso, quizá, a veces no se preparan tanto los planes como debieran prepararse”, medita.

Esfuerzos se han hecho, incluso en Chile. “Me acuerdo que a raíz del terremoto en 2010 se hizo un puente aéreo bastante efectivo por parte de la FACH, y después han tratado de hacer ejercicios regionales de este tipo para ayudar a zonas de catástrofe. También hay ejercicios con Argentina, que en ese sentido son binacionales, pero no he visto mayor avance regional”.

El valor de la ayuda internacional

En estos esfuerzos, los países deben evaluar sus propias capacidades, de forma de no sobrepasarlas. “Hacer un cálculo en términos de interés nacional, de capacidades. Los países no pueden donar lo que no tienen o no quedarse con stocks”, matiza Toro.

Sin embargo, estas ayudas tienden a ser recordadas como momentos clave en la diplomacia de los países. Evidentemente, cuando tú recuerdas que ese país te ayudó en un momento que tú tuviste muy aproblemado, vas a tener una predisposición como gobierno o incluso como población de tener una mejor actitud hacia esos países que te ayudaron en un momento de apremio. Todo eso sí funciona, sí ayuda a las relaciones, sí es recordado”.

Me acuerdo que Japón, que es uno de los países más ricos, la tercera economía del mundo, recibió ayuda después del terremoto de 2011 y les sorprendió mucho recibirla, así que fue muy agradecido porque se dio cuenta que al mundo le importaba y quería a Japón”.

En cualquier escenario, insiste, “sería bueno un mecanismo de coordinación regional en la medida que pudieran mantenerse y de alguna forma coordinarse a través de mecanismos, como la Junta Interamericana de Defensa de la OEA. A esto se le llama operaciones HADR (Human Assistance and Dissaster Relief) y hay fuerzas que tienen cada vez más práctica en esta área y tienen medios para eso”.

Chile también ayuda

A nivel nacional, indica, “nosotros hemos sido muy eficientes y muy organizados para prepararnos para todo lo sísmico. Hoy día nos pegaría un terremoto grado 8,8 y ya con la preparación que tenemos ante el tsunami, la verdad que no moriría mucha gente y no se nos caen los edificios”.

“Entonces tenemos una gran capacidad en manejo de emergencias sísmicas y mecanismos de coordinación”, agrega, acotando que contamos también con personal especializado por haber participado en controlar la crisis en Haití.

También destaca “la Onemi, que ahora tiene otro nombre. Ahí hay gente que desarrolló una expertise bastante alta”, pero lamenta que ésta “no es una agencia que cuente con muchos recursos propios, a diferencia de otras como la de Japón. También es parte de un diseño de cómo el Estado quiere tener su mecanismo de emergencia, si quiere tener una fuerza permanente de ese estilo con recursos, con aviones y camiones”.

Pero en cualquier caso, recalca que a la hora de ayudar, “nosotros para lo sísmico somos profesionales reconocidos”.