Los ecologistas australianos contrarios a la caza de ballenas se esforzaban el jueves por salvar el trimarán “Ady Gil”, cuyo destino era incierto tras un choque con un ballenero japonés en la Antártida, que será investigado por la justicia de Nueva Zelanda y Australia.
Los tripulantes intentaron bombear el combustible y sacar los equipos electrónicos de esta embarcación provista de tecnología ultramoderna, una de las más célebres del mundo, cuya proa se partió en el choque del miércoles.
El barco, de fibra de carbono y kevlar, que marcó el récord de la vuelta al mundo de embarcaciones a motor en 2008 con su anterior nombre “Earthrace”, continuaba varado fuera de la Bahía Commonwealth de la Antártida y corría peligro de hundirse.
“Básicamente permanecieron unas 36 horas junto al ‘Ady Gil’ recuperando todo lo que podían”, explicó Locky Maclean, primer oficial del barco antiballenero “Steve Irwin”.
Maclean afirmó que “Bob Barker”, otro barco antiballenero operado por el grupo ecologista Sea Shepherd, había intentado, sin éxito, remolcar la embarcación dañada, estimada en dos millones de dólares.
“No se puede remolcar hacia adelante porque el barco perdió la parte delantera, si comienzan a remolcarlo hacia adelante se llenará de agua”, dijo. “Están intentando remolcarlo hacia atrás, pero es extremadamente difícil y el agua sigue entrando”, agregó.
“Por lo tanto, están sacando todo el combustible, las baterías, el petróleo y todas esas cosas del ‘Ady Gil’ lo más rápidamente posible para asegurarse de que si tienen que abandonar la embarcación porque se hunde no habrá nada contaminante en su interior”, explicó.
El video del incidente muestra al barco japonés estrellándose contra la proa del “Ady Gil” mientras los tripulantes trataban de ponerse a salvo. Uno de los seis miembros de la tripulación tuvo varias costillas fracturadas.
Nueva Zelanda anunció el jueves que ordenó una investigación sobre el naufragio de este barco de ecologistas australianos.
El ministro neozelandés de Relaciones Exteriores, Murray McCully, conminó a los militantes de la organización ecologista Sea Shepherd y a los pescadores japoneses que dejen de poner en peligro las vidas humanas en las aguas océanicas. Las dos partes se culpan mutuamente del incidente.
Por su parte, la viceprimera ministra australiana, Julia Gillard, ordenó a la Autoridad de Seguridad Marítima de Australia que investigue este incidente, que tuvo lugar en el área de responsabilidad de su país en lo que respecta a la búsqueda y el rescate.
Tanto Australia como Nueva Zelanda se oponen al programa nipón de caza de ballenas.
Los ecologistas esperan que un barco de investigación francés que se encuentra a poca distancia y que transporta una grúa pueda rescatar al trimarán. Estos militantes están decididos a continuar persiguiendo a la flota japonesa, que ya ha abandonado el área.
Paul Watson, el capitán del “Steve Irwin”, lamentó la pérdida del trimarán, financiado por el empresario de Hollywood Ady Gil, aunque precisó que se trataba de una baja ocasionada por la “guerra” contra la caza de ballenas.
“Nos perjudica, es un golpe de dos millones de dólares para nuestra organización, pero se trata de una guerra”, sostuvo Watson.
“Es una guerra para salvar a las ballenas, y nosotros debemos hacer frente a nuestras pérdidas mientras avanzamos (…) En lo que a mí respecta, estas ballenas son mucho más valiosas que nuestros barcos”, agregó.