El 1 de septiembre de 1939 se inició la invasión del ejército nacionalsocialista alemán a la vecina Polonia, cuya fuerza militar se rindió el 6 de octubre de aquel año. Uno más tarde, entre octubre y noviembre, el régimen liderado por Adolf Hitler instaló el Gueto de Varsovia, un lugar donde se llevaron a cabo parte de los crímenes más infames de la Segunda Guerra Mundial.

Se estima que a aquella zona de la capital polaca fueron enviadas cerca de 450 mil personas, todas pertenecientes a la religión judía. Durante cuatro años, cerca del 30% de la población de esa ciudad vivió en un lugar cuya área no sobrepasaba el 2.4% de la misma.

Según una nota del diario argentino Clarín, los alemanes calcularon una densidad de población 10 veces superior a la media de la otra zona de la capital. En total, se conformaron 27 mil departamentos que tenían un promedio de dos habitaciones y media. Decretando luego que, en general, debían acomodarse siete personas por cuarto.

A esto se sumaron las restricciones alimentarias en el lugar, lo que provocó muertes por hambruna en las calles. La higiene era tan deficiente que pronto se propagaron epidemias de enfermedades como el tifus y la tuberculosis.

Niños en el Gueto de Varsovia | Wikipedia Commons
Niños en el Gueto de Varsovia | Wikipedia Commons

Semanales eran las deportaciones de personas al campo de concentración de Treblinka, en el cual se estima que murieron 780 mil personas durante la guerra.

Bajo todo ese horror, una joven de 30 años llamada Irena Sendler ideó una estrategia que permitió salvar a más de 2 mil 500 niños de una muerte segura. En ese momento, se valió de una serie de mecanismos, como utilizar tarros de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes e incluso haciéndolos pasar como víctimas de tifus.

Hacia 1942, Sendler había logrado salvar la mencionada cantidad de infantes, los cuales dejaba al cuidado de familias cristianas y laicas. Muchos grupos familiares dentro del gueto fueron reticentes a dejar que se llevaran a sus hijos, sin embargo, la única razón que ella les daba era que “allí la muerte era segura”.

Sus inicios

Irena Sendler nació en 1910 en el barrio de Otwock, el cual se ubica en la zona sur de Varsovia. Fue hija única y a los 7 años tuvo que hacer frente a la muerte de su padre, un médico que se contagió de tifus al intentar ayudar a personas pobres.

Irena Sendler | irenasendler.org
Irena Sendler | irenasendler.org

De acuerdo a lo que detalla el diario español El País, fue este hombre quien dejó en ella la misión de ayudar en lo que más pudiera a las familias de escasos recursos.

“Aunque no sepas nadar, si ves a alguien que se ahoga, lánzate a salvarlo”, habría sido la última frase que le dijo antes de morir a su hija, según recoge este medio.

La mujer estudió Enfermería en la Universidad de Varsovia, años más tarde también obtuvo el título de Trabajadora Social; ambas profesiones le ayudaron a llevar a cabo las labores de salvamento que protagonizaría años más tarde.

Según un reportaje del diario hispano La vanguardia, la invasión alemana y posterior construcción del gueto amurallado golpeó de manera muy profunda la vida de Irena, quien años más tarde se uniría al grupo de resistencia “Zegota”, una organización de ayuda humanitaria de origen judío.

Apoyada por esta organización, Sendler logró burlar controles de guardia germanos y comenzar a sacar niños desde aquella zona de conflicto. La primera misión era que los pequeños recuperaran su salud y pudieran tener energía.

Irena Sendler | irenasendler.org
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Junto a “Zegota”, prepararon documentos falsos para los niños, los cuales incluían nuevos certificados de nacimiento y bautizos en la religión cristiana. Los nuevos apellidos de los rescatados debían ser los mismos que las familias que estuvieran dispuestas a adoptarlos.

Sendler sostenía reuniones a diario con familias que quisieran sacar a sus hijos del gueto y con otros grupos que tuvieran la intención de adaptarlos en la zona más “aria” de la ciudad. En muchas ocasiones hubo personas que no podían quedarse con los pequeños, en esos casos, iban a parar a orfanatos cristianos de forma temporal.

Pese a ser católica, cada vez que la enfermera ingresaba a la zona judía de Varsovia, utilizaba entre sus ropas un brazalete con la Estrella de David, el cual mostraba en señal de respeto a las personas que estaban sufriendo.

Por otra parte, procuró entregar cada niño junto con un pequeña nota, la cual contenía su nombre real de bautizo bajo el judaísmo y el apellido de sus padres biológicos.

Su relato de la historia

En un documental de la televisión francesa llamado El ángel de Varsovia, Irena entregó su testimonio de los hechos ocurridos aquellos años, indicando que su labor pudo haber sido mucho más grande.

Irena Sendler | irenasendler.org
Irena Sendler | irenasendler.org

“En el gueto yo tenía una amiga que se llama Ewa y mi deseo fue salvarla de la muerte, eso me dio coraje para actuar. Cada día que pasaba comprobaba cómo se expandía la hambruna. Lo peor eran los niños, esos pequeños indefensos, decidí salvarlos a cualquier precio”, recordó.

En ese tiempo, también ideó un archivo de todos los niños que iba salvando, anotó detalladamente sus antiguos y nuevos nombres. Su objetivo era que ellos pudieran recuperar su verdadera historia una vez terminada la guerra.

Los nombres fueron escondidos en pequeñas notas de papel, las cuales puso en un frasco y posteriormente enterró en el patio de su casa. Terminada la guerra, esta información fue entregada a autoridades judías en Polonia, con el fin que los niños pudieran buscar a sus padres biológicos en el futuro.

“Imagina a una mujer desconocida yendo a una familia y decir ‘puedo salvar a tu hijo’, luego me preguntaban ‘¿Que probabilidad hay que ellos sobrevivan?’. Yo les decía ‘Ninguna, ni siquiera yo lo sé’, la verdad es que no sabía incluso si podría sacarlos del gueto”, relató.

La profesional añadió que en muchas ocasiones hubo gente que se negó a entregar a sus hijos, añadiendo que al día siguiente, cuando regresaba a intentar convencerlos por segunda vez, se daba cuenta que muchos habían sido enviados a los campos de exterminio.

Irena Sendler | irenasendler.org
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“Lo que nos ayudó mucho en ese tiempo fue la ambulancia. Me hice amiga de un conductor, todo era secreto. Él, luego de sus horas de servicio, iba a buscar a los niños que intentaba sacar a lugares convenidos. Era terrible verlos que se separaran de sus familias”, comentó.

La enfermera detalló que esa parte de la misión era la más difícil, ya que muchas veces los niños no podían adaptarse a los medios de salvamento que se utilizaban, por lo que estaban expuestos a ser descubiertos en cualquier momento.

“El chofer preparaba espacios en la ambulancia para sacarlos, pero ellos lloraban desesperadamente, no podíamos ponerles bolsas en la cabeza o somníferos. Un día él me dijo que quería dejarnos, porque podía ser descubierto, yo le rogué que no lo hiciera y pronto encontró una solución: llevar a un perro que ladrara mucho y pisarle la pata en el momento de pasar al lado de los guardias. Eso funcionó”, relató.

Tras eso agregó: “Todo el tiempo tuve la sensación de no haber hecho lo suficiente, podría haber hecho más. Este pesar me perseguirá hasta la muerte”, confesó.

De acuerdo al periódico estadounidense The New York Times, el régimen alemán supo del actuar de Sendler en 1943. El 20 de octubre fue detenida por la Gestapo y llevada a la prisión de Pawiak, donde fue brutalmente torturada.

Irena Sendler | irenasendler.org
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En ese momento, fue sentenciada a muerte por medio de fusilamiento, pero horas antes de su ejecución escapó ayudada por un soldado que había sido sobornado por “Zegota”.

Tras pasar por todo eso volvió a su labor rescatando niños desde el gueto, aunque esta vez lo hizo con una identidad diferente.

Vida después de la guerra

En el mencionado documental, la heroína recalcó que durante esos años no sólo debió enfrentarse a guardias y soldados alemanes, sino que también a la propia sociedad polaca.

“Muchos polacos eran indiferentes. Sin contar con los antisemitas, para los que estaba fuera de discusión lo que estaba pasando. También estaban los que secretamente lloraban. Muchos se conmovían con lo que pasaba, pero tenían miedo”, aclaró.

Consultada por si alguna vez tuvo esa sensación de temor, la protagonista de la historia fue clara en declarar que sí lo sintió, aunque aspectos de su personalidad la ayudaron a controlarlo.

Irena Sendler | irenasendler.org
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“Para salvar a los niños había que, por sobre todo, desearlo. Y luego no había que tener miedo. No hay remedio para el miedo, yo lo tuve en ese momento, pero me jugó a favor la audacia, la rebeldía. Me habían enseñado a tender la mano al que se hunde. Todo eso hizo que dominara mi miedo”, concluyó.

Según el diario inglés Telegraph, la historia de vida de Irena Sendler tuvo una especie de “olvido mundial” durante las décadas de Guerra Fría, y recién se vino a conocer en 1999.

En aquel entonces, cuatro estudiantes de secundaria de un colegio en Kansas (Estados Unidos), realizaron una obra teatral sobre el acto heroico de la enfermera polaca. El trabajo se logró luego que las jóvenes leyeran un recorte del periódico sobre su obra y luego intercambiaran cartas con la mujer. El trabajo se llamó Life in a jar, (La vida en un tarro).

Sendler tuvo tres hijos, fruto de sus matrimonios con Mieczysław Sendler (1931–1947) y Stefan Zgrzembski (1947–1959).

Desde que se supo su historia, Sendler fue merecedora de distinciones por parte de organizaciones mundiales que promueven la paz. Recibiendo reconocimientos como ser nombrada Dama de la Orden del Águila Blanca (Máximo reconocimiento civil en Polonia).

Tal vez un hecho injusto para su legado fue que nunca recibiera el Premio Nobel de la Paz. En 2007 estuvo nominada para lograr la distinción, pero ésta finalmente fue entregada al estadounidense Al Gore.

En 2009, su vida y obra dentro del gueto fue llevada al cine en la película llamada The Courageous Heart of Irena Sendler (El coraje de Irena Sendler).

Irena falleció en 2008, a la edad de 98 años, en su natal Varsovia, donde es considerada como un símbolo de valentía e ícono femenino.