Un abogado estadounidense de derechos humanos plantea que la lealtad al país es un impulso natural, tanto como amar a nuestras madres, por lo que impulsar el patriotismo obligando a los escolares a hacer juramentos a la bandera o entonar el himno es innecesario e incluso puede llegar a ser perjudicial.

Esta semana, la Comisión de Educación de la Cámara de Diputadas y Diputados aprobó el proyecto que establece para los colegios que todos los lunes, de forma obligatoria, se entone el himno nacional junto con izar la bandera. Si bien algunos concuerdan y expresan que es una buena medida de “educación cívica”, hay quienes plantean que las prácticas tendientes a inculcar el “patriotismo” en los escolares son innecesarias e incluso pueden llegar a ser contraproducentes.

David Niose, un abogado estadounidense dedicado a la defensa de los derechos humanos y autor de varios libros, planteó hace unos años en una columna en Psychology Today, que le parecía un contrasentido infundir el patriotismo en los escolares.

“La lealtad a un grupo, ya sea basada en la nacionalidad, la religión, el origen étnico, la familia o alguna otra clasificación, es un impulso humano natural que se encuentra en mayor o menor grado en todos nosotros”, postuló el experto.

“Sabiendo que la lealtad al grupo es una inclinación natural del ser humano, ¿por qué ciertos sectores de la sociedad estadounidense (y de otros países también) están tan obsesionados con tratar de ‘inculcar patriotismo’ en nosotros?”, añadió.

En la ocasión, Niose puso como ejemplo a los legisladores de Missouri, quienes promulgaron una ley en 2016 que obligaba a recitar el juramento a la bandera, al menos, una vez al día en las escuelas públicas.

“Missouri tiene la creencia de que el gobierno (y las instituciones privadas) deben implementar medidas para acondicionar los ciudadanos, a través de un flujo constante de ejercicios patrióticos, a crear un estado mental de lealtad nacional”, expresó entonces.

Para el abogado tal acondicionamiento no es necesario ni sano, y cree que como sociedad debemos repensarlo.

Patriotismo exacerbado

El experto expresó que inculcar patriotismo puede desatar a futuro situaciones absurdas y peligrosas como la ocurrida con Colin Kaepernick, un jugador de la NFL que desencadenó una protesta pública, siendo tildado de traidor después de que se sentara durante la entonación del himno nacional en el inicio de un partido de fútbol. Algo similar ocurrió con Bradford Campeau-Laurion, quien una vez fue expulsado del estadio de los Yankees por tener la “audacia” de ir el baño en vez de cantar el himno nacional.

“Tales respuestas hostiles a gestos leves de disidencia no muestran un patriotismo sano, sino uno agresivo, un nacionalismo chovinista”, planteó David.

Asimismo, indicó que pese a que países como Estados Unidos, hablan de libertad y valores democráticos, en realidad están criados en un ambiente lleno de propaganda nacionalista.

“Los escolares comienzan el día con un compromiso de lealtad nacional, e incluso eventos deportivos ordinarios son inyectados con elementos nacionalistas, y no sólo el himno nacional, sino que hay sobrevuelos de aviones de combate y cosas que marcan el ‘patriotismo exacerbado’. Los estadounidenses están inundados desde la primera infancia con mensajes de grandeza nacional, mucho más que la mayoría de los ciudadanos de otros países, y es hora de que consideremos las repercusiones”, afirmó Niose.

Antiintelectualismo y falta de pensamiento crítico

David insistió en que al ser la afición por la tierra natal algo natural, el acondicionamiento adicional sólo es probable que levante la “lealtad nacional” a niveles peligrosos e irracionales, que anulen el pensamiento crítico.

“El pensamiento crítico de una población es esencial para la democracia saludable”, indicó Niose, añadiendo que el antiintelectualismo, por el contrario, es muy peligroso.

“Con tantas instituciones infundiendo patriotismo-político excesivo, los medios de comunicación, los militares y, quizás lo más significativo, enormes corporaciones que cosechan los beneficios masivos de gasto militar incuestionable, sólo el aventurerismo de una inteligente y comprometida ciudadanía puede hacer frente a dichas fuerzas“, planteó.

David dijo que cuando una sociedad es demasiado patriota, esa población no está pensando críticamente.

Tan “ridículo” como hacerle un juramento de lealtad a nuestras madres

La idea de que hay que trabajar fuertemente para “infundir” patriotismo en nosotros es tan “ridícula” como la idea de que hay que trabajar para “inculcar” lealtad a nuestras madres, indicó Niose.

“Si te reirías de la sugerencia de que todos deberíamos recitar un juramento de lealtad a nuestra mamá cuando nos despertamos cada día, deberías preguntarte por qué insistimos en que los escolares deberían hacer un juramento de lealtad a su país todos los días”, manifestó.

Niose recalcó en que el hiper-patriotismo produce hostilidad hacia cualquier ápice de disidencia. “En una sociedad anti-intelectual (e hiper-patriota), los que cuestionan la autoridad o defectos culturales de larga data son marcados rápidamente como subversivos”.

“Por lo tanto, muchos ciudadanos bien acondicionados se precipitarán a la defensa de la constitución si alguien plantea objeciones a las desventuras militares, gasto militar, medidas de control, o incluso el maltrato a las minorías”, aseguró el abogado.

“Es también digno de mencionar que los esfuerzos gubernamentales para promover el patriotismo tienden a aumentar en momentos en que el patriotismo ya se ve aumentado. Las leyes que exigen la recitación del juramento a la bandera en las escuelas públicas, por ejemplo, se extendieron rápidamente después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, cuando la lealtad nacional rara vez había sido mayor. Los políticos, que tienen relativamente pocas ideas útiles para ofrecer en respuesta a los ataques, utilizaron estas medidas como una forma fácil de parecer sensibles y proactivos“, mencionó.

El abogado afirmó que “inculcar el patriotismo” es un eufemismo político para “manipular a la opinión pública, fortalecer a la autoridad, crear un entorno que fomenta el militarismo y maximizar los beneficios empresariales, con poca consideración de los daños resultantes y la destrucción. Al ser conscientes de la manipulación, habremos dado un paso en la dirección de alcanzar un gobierno racional que promueve una política pública centrada en el ser humano”