El estudio realizado gracias al concurso del Centro de Políticas Públicas UC señala que el país, en general, no está preparado para activar una gestión de riesgo antes esta amenaza inminente.

Durante la última década, Chile y el mundo ha registrado un aumento sostenido de eventos de calor extremo que impactan de manera variada los ecosistemas, incluyendo la vida humana.

Si bien el cuerpo humano es termorregulador, manteniendo mayormente una temperatura estable entre 36,5 y 37,5 °C, las altas temperaturas pueden tener efectos severos en la salud de las personas, incluyendo agotamiento, síncopes o la muerte por golpe de calor, incluso en personas sanas.

“El calor es uno de los estados naturales sistemáticos más peligrosos que la región Metropolitana puede experimentar. No es de sorprender, entonces, que actualmente el calor extremo cobra más vidas a nivel mundial que cualquier otro evento climático extremo” enfatizó la profesora de la Escuela de Gobierno UC, Magdalena Gil, en el seminario Calor Extremo: una estrategia de adaptación para la RM.

Lo anterior, en el contexto de una investigación elaborada junto a otros dos profesores de la escuela, Eduardo Undurraga y Kenzo Asahi. Como parte del concurso de Políticas Públicas del Centro de Políticas Públicas UC.

“A pesar de estos antecedentes, la amenaza del calor extremo se ha mantenido sub-identificada por las políticas públicas asociadas el riesgo de desastre. Es posible que esto se deba a que el calor extremo es también un importante factor de riesgo para la generación de incendios”, explicó la profesora.   

En la investigación aclaran que para en el caso de Santiago se considera ola de calor estival cuando durante tres o más días seguidos hay temperaturas máximas diarias superiores a aproximadamente 31 °C en diciembre, 33 °C en los meses de enero y febrero, y sobre los 31 °C en marzo.  

Grupos de mayor vulnerabilidad

Respecto de los grupos de mayor vulnerabilidad ante las olas de calor, la investigación señala que son las personas mayores, enfermos crónicos, mujeres embarazadas, recién nacidos y niños, personas con problemas de salud mental, que viven solas, con movilidad reducida, en situación de calle, sin acceso al agua potable, y personas que trabajan en espacios abiertos.  

En relación con lo territorial, existiría menor calor de suelo en las comunas de la zona oriente por contar con mayor cantidad de áreas verdes. Las comunas ubicadas en la zona norte y occidente, a su vez, presentan mayor prevalencia de temperaturas altas a diferencia de las zonas cordilleranas.  

Cabe mencionar que la evidencia sugiere que las conductas antisociales aumentan con mayores temperaturas y que va acompañado del aumento de violencia de género en algunos hogares. 

Por ello, el proyecto propone avanzar en estrategias de adaptación para la gestión y mitigación de los riesgos asociados a eventos de calor extremo en Chile. Concentrándose en los impactos a la integridad física de las personas, considerando tanto su salud como su seguridad.