Temprano por la mañana del domingo se podían ver ya algunos adultos mayores encabezando filas de algunos locales de votación en Los Ángeles, provincia de Bío Bío, a pesar de tener un horario preferencial, muchos de ellos prefirieron cumplir con su deber cívico en las primeras horas.

Lamentablemente, no todos pudieron ejercer su derecho a sufragio, lo que les significó incluso perder el viaje desde su hogar hasta la sede.

Una de ellas fue una adulta mayor que, prefiriendo mantener su nombre en reserva por lo ocurrido, comentó a Radio Bío Bio que su memoria le jugó una mala pasada, dejándola sin emitir voto, ya que la noche anterior ordenó su cartera y documentos, pero al salir de casa, tomó la equivocada.

La mujer viajó desde el sector de Santa Clara con un vecino para poder votar, pero tras no contar con su cedula de identidad, tuvo que marcharse sin emitir su sufragio.

Sin embargo, no fue el único caso de personas que a pesar de haber llegado hasta su lugar de votación no pudieron hacerlo.

También bajo anonimato, una mujer comentó la extraña situación con la que inició el domingo, ya que horas antes de la histórica jornada, ella se mantenía habilitada para sufragar, sin embargo, al revisar el sitio del Servel nuevamente, apareció que ya no podía ejercer su sufragio.

La mujer llegó aún así hasta su local de votación, en Renaico, esperando que le entregaran alguna solución. Pese a esto, no obtuvo mayor respuesta, por lo que no pudo ejercer su derecho.

Diversos casos que se suman también al de José Muñoz, quien trabaja de camionero y se desplazó temprano hasta el Liceo Comercial Camilo Henríquez de Los Ángeles.

Fueron casi 40 minutos de espera y finalmente al llegar a la mesa, se preparó para recibir su voto y al confirmar en el libro el proceso, se dio cuenta que alguien ya había plasmado firmado por él.

No menos sorprendido y confundido, pidió explicaciones. Estas no lo dejaron conforme, ya que una de ellas era esperar personal para solucionar su problema, desistiendo de quedarse principalmente por el tiempo que ya había dedicado y por compromisos laborales.

Aunque Muñoz insistió en que en el mismo libro, había otra persona con un nombre similar. “Suplantaron mi identidad (…) al final no pude votar”, señaló.

La preocupación de estas tres personas fue principalmente por no haber podido ejercer su voto, mientras que José se quedó preocupado, con la incertidumbre de saber quién uso su nombre para votar.